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Juan Manuel Garzón, Economista
del Ieral.
El crecimiento de la producción de bienes agropecuarios ha sido
excepcional en la Argentina, particularmente la de granos y sus derivados.
Este proceso tuvo una gran aceleración en la década de
los ’90, y ha mantenido su intensidad en el período posconvertibilidad.
La expansión se debe a una conjunción de factores. Uno
de ellos ha sido, sin lugar a dudas, un contexto internacional favorable,
asociado en gran medida a la irrupción de China y la potencia
de su mercado interno. El consumo mundial de commodities agropecuarias,
en particular de oleaginosas, aceites y lácteos, tuvo una gran
dinámica en los últimos años, con tasas de crecimiento
elevadas para la naturaleza de bienes que se trata; por caso, el consumo
mundial de aceites vegetales creció a una tasa promedio anual
superior al seis por ciento, la de leche en polvo a una tasa cercana
al 4,4 por ciento.
Para consolidar y diversificar el proceso de expansión de la
producción primaria local se necesita, entre otros factores,
que “siga acompañando” el mercado mundial. Ahora
bien, ¿pueden esperarse para los próximos años
tasas de crecimiento del consumo mundial tan elevadas? ¿En caso
de que esto último suceda, ello sólo es garantía
de “buenos precios” internacionales? Y lo que es más
relevante aún, ¿cómo evolucionarán los precios
de las commodities agroindustriales en relación con los de otros
bienes de la economía (mercaderías y servicios)?
Las oportunidades
Según el último informe elaborado por la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD,
siglas en inglés) y la Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la demanda
mundial de los productos agropecuarios que más relevancia tienen
en el país en la actualidad continuará en expansión
en los próximos 10 años.
El incremento de la población, de los ingresos, el proceso
de urbanización y el cambio esperado en las dietas de un conjunto
de países en vías de desarrollo y en expansión
económica serán los factores estimulantes del mercado
mundial. La continuidad del proceso de diversificación del
consumo de alimentos en todo el mundo, orientado a una nutrición
más saludable, permitirá sostener el crecimiento de
la demanda de carnes y aceites vegetales.
De acuerdo a las proyecciones, de aquí al 2014, el consumo
mundial de un grupo de productos (leche en polvo; carne bovina; oleaginosas
y sus derivados; trigo) crecería a un ritmo anual de entre
un uno y un tres por ciento.
Se trata de cifras más que interesantes, aunque debe advertirse
que se espera una desaceleración respecto de lo sucedido en
los últimos años. Por caso, el consumo de aceites vegetales
creció a más del seis por ciento promedio anual en el
período 2001-2004, previéndose que éste se reduzca
al tres por ciento promedio anual en los próximos 10 años;
el de leche entera en polvo creció al 4,4 por ciento promedio
anual y se espera un crecimiento del dos por ciento.
El único producto para el que mejorarían las condiciones
respecto del pasado reciente es el consumo mundial de trigo: después
de tres años de relativo estancamiento retomaría un
sendero de crecimiento moderado cercano al 1,1 por ciento promedio
anual.
Cómo nos ven
Las expectativas que tienen los organismos especializados respecto
de cuánto más puede ofrecer el país en las distintas
commodities son mixtas. Por un lado, se espera que la dinámica
de la producción local sea mayor a la de la oferta global en
el caso de la leche en polvo y de los granos (oleaginosas y trigo).
Mientras que, por el contrario, se espera una menor expansión
local respecto del mundo en producción de carne bovina y de
derivados de las oleaginosas (aceites y harinas). En el caso de la
carne, se espera que la tasa de crecimiento de la oferta global más
que duplique la de Argentina, rezago que se explica probablemente
por los “históricos” problemas fitosanitarios del
país.
El país enfrenta importantes oportunidades hacia delante. Se
espera que el consumo mundial de commodities agropecuarias y agroindustriales
desacelere pero no interrumpa su ritmo de crecimiento en los próximos
10 años.
Si bien se prevé que se profundice la competencia por el abastecimiento
mundial de alimentos a partir de una mayor producción de países
en desarrollo (Brasil, por ejemplo) y de ciertos países desarrollados
(Australia, Nueva Zelanda), los precios “nominales” se
mantendrán relativamente estables e incluso levemente en ascenso
para diversos productos.
El único elemento negativo que surge de las proyecciones es
la disminución en el “poder de compra” de las commodities
bajo análisis en función de la menor dinámica
de sus precios respecto de la que se prevé para el resto de
productos de la economía (particularmente, servicios).
Un mercado en expansión acrecienta las chances de poder profundizar
el crecimiento que traen distintas actividades agropecuarias y posibilita
un más rápido despegue para otras actividades más
rezagadas en los últimos años. Pero como esta posibilidad
también puede ser usufructuada por países con perfil
productivo similar, resultará clave cuidar las ventajas “naturales”
que cuenta la Argentina para la producción de estos bienes,
pero también profundizar las ventajas “competitivas”
que ha desarrollado el país en el último tiempo, particularmente
en determinadas cadenas productivas. Será posible aprovechar
plenamente las oportunidades que ofrecerá el mercado mundial
de commodities si, entre otros aspectos, se profundiza el proceso
de incorporación y difusión tecnológica; se concretan
las fuertes inversiones en infraestructura básica que ya hoy
se requieren; se encuentran los mejores mecanismos para promover una
mayor articulación productiva; se levantan las barreras fitosanitarias
que preserven la calidad de los productos locales.
Y, por último, si la política comercial y tributaria
se define de manera tal de preservar los incentivos económicos
de quienes participan en estas actividades.
Los precios subirán, pero a menor
ritmo
Según las proyecciones de la FAO y de la OECD, se espera que
la competencia en el mercado mundial de commodities siga muy activa.
En efecto, continuará la expansión del área dedicada
a la explotación agropecuaria, particularmente en países
en desarrollo, acompañada de importantes aumentos de productividad
por incorporación de nuevas tecnologías. La oferta mundial
de productos del sector agropecuario y agroindustrial continuará
en ascenso, aunque su tasa de crecimiento se reducirá respecto
de las de la década pasada y los últimos tres años.
La gran paridad entre oferta y demanda garantizará precios
de las commodities relativamente estables en los próximos 10
años, con tasas de variación en general positivas pero
menores al uno por ciento promedio anual. Los precios se mantendrían
entonces cercanos a sus niveles actuales, circunstancia que debe evaluarse
como positiva para las commodities que se encuentran en la actualidad
con precios por encima o cercanos a los de sus promedios históricos
(caso de los aceites, la carne y la leche). Una cuestión para
nada menor es analizar la evolución esperada de los precios
“nominales” de las commodities agroindustriales en relación
con los del resto de productos que se generan en una economía:
si los precios “nominales” de estas commodities crecen
a mayor ritmo que los restantes bienes, las commodities se valorizan
en el sentido de que acrecientan su valor (su poder de compra) en
relación con el de otros bienes, mejorándose consecuentemente
la situación de, por ejemplo, los países que tienen
en sus exportaciones un importante componente de commodities; lo contrario,
si los precios de las commodities se rezagan respecto al resto.
Los organismos especializados proyectan un nivel general de precios
incrementado un dos por ciento anual en los países desarrollados
y más del dos por ciento anual en los países en desarrollo
durante los próximos 10 años.
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