El senador Pedro Salvatori es palabra autorizada
para opinar sobre los biocombustibles, ya que es uno de los políticos
que más ha trabajado para que se le otorguen incentivos al sector.
Al ser consultado mostró su preocupación por las indefiniciones
políticas con respecto a los combustibles vegetales.
El Senado dio media sanción a la ley biocombustibles,
sin embargo el proyecto se estancó en Diputados. ¿Qué
opinión le merece esta situación?
Personalmente me ha tocado vivir este mismo calvario con
otro proyecto de ley de mi autoría, presentado en el año
2003, referido a la creación de un régimen de inversiones
para fomentar el uso de las fuentes renovables de energía con
destino a la producción de energía eléctrica
en todo el país. A pesar de recibir un pronto tratamiento en
el Senado y en las comisiones de Energía y Ciencia y Técnica
de Diputados el proyecto perdió estado parlamentario este año
sin siquiera ser tratado en Presupuesto y Hacienda que, de este modo,
impidió su sanción privando al país de una herramienta
importantísima para contribuir a superar la crisis energética
en que estamos inmersos, promover nuevas inversiones y centenares
de puestos de trabajo.
¿Cómo influye la falta de promulgación
de esta ley en el desarrollo de la industria de los biocombustibles?
La ley de biocombustibles, como la que ya mencionara sobre
el uso de las fuentes renovables de energía forman parte de
los combustibles y energías limpios que el planeta está
reclamando como modo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero
y contribuir así al tema del calentamiento global.
Argentina, tanto en Johannesburgo 2002 como en Brasilia 2003, ha liderado
una coalición importante de países comprometidos en
aumentar significativamente la participación de las energías
renovables en su matriz energética.
Ambas iniciativas resultan indispensables para alcanzar los objetivos
propuestos, que en mi proyecto de ley fue la meta establecida. Se
pretende que para el año 2015 la participación de las
energías renovables alcance un 8% del total de energía
eléctrica consumida en el país. En Europa este compromiso
ha sido establecido en ciertos países en el 22%.
Creo que los compromisos internacionales ya enunciados deben transformarse
en hechos concretos. El Congreso ha aportado lo suyo y en ambos casos
con mucha seriedad y consenso en toda la sociedad, pero es el gobierno
nacional, más allá de los vacíos anuncios realizados
-como el realizado con motivo de la reciente conferencia de cambio
climático de Buenos Aires-, quien debe ponerse por encima de
mezquinos intereses o las decisiones de funcionarios de segunda línea
que reducen estos temas a simples razones de “costo fiscal”,
mientras seguimos importando fuel oil de Venezuela, a un costo ambiental
y económico muy superior.
¿Cómo calificaría el desarrollo de los
biocombustibles en el país?
En nuestro país se han hecho muchos trabajos de investigación
y desarrollo de experiencias piloto para la producción de biodiésel,
pero hasta el momento no existe ninguna experiencia a escala industrial.
Precisamente la sanción de la ley que está en el Congreso
le propone dar a esta industria los incentivos fiscales que necesita
para que todo el proceso pueda ser rentable.
La estrategia con que fue planteado el régimen contenido en
el referido proyecto de ley permite vislumbrar una gran potencialidad
productiva en nuestro país, tanto por su clima, como por la
disponibilidad de tierras aptas y nuestro grado de desarrollo de tecnológico.
Todo el plan, elaborado conjuntamente con las autoridades de la Secretaría
de Agricultura, requiere de muchos años de esfuerzos continuos
y programados para alcanzar las metas previstas.
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