Por Claudio Molina (*) CMI Contenidos
El debate parlamentario que actualmente se lleva a cabo en la Cámara
de Diputados de la Nación, con el objetivo de lograr la sanción
del proyecto de ley de biocombustibles antes aprobado en la Cámara
de Senadores, se encuentra en la recta final.
Es en la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara
Baja donde el proyecto ha recibido las mayores críticas y en
donde se lo intenta modificar, en sintonía con la línea
de pensamiento del Ministerio de Economía.
Es así, que se propone la eliminación de los siguientes
incentivos previstos en el proyecto de ley:
El instituto de estabilidad fiscal, para evitar presiones de otros
sectores en tal sentido y una futura rigidez ante eventuales requerimientos
de modificar la política tributaria en general.
La liberación del IVA a la actividad, considerada un mecanismo
que atenta contra el sistema general de categorización y recaudación
en ese impuesto, a pesar de que, paradójicamente, este beneficio
sólo se puede obtener si el contribuyente opera en la economía
formal, ya que es imposible apropiarse de un IVA que no se factura.
La exención para los biocombustibles del impuesto al gasoil
y la tasa de infraestructura hídrica, con el objetivo de evitar
una disminución de ingresos que tienen afectación específica,
destinados a obras de infraestructura.
A cambio, se propone un régimen de devolución anticipada
del IVA incorporado en las compras de bienes de uso afectados a la
actividad y la amortización acelerada de éstos, en línea
con la propuesta que el Poder Ejecutivo elevó al Congreso a
través de otro proyecto, para incentivar las nuevas inversiones
en el sector hidrocarburífero.
Escollos
Es preocupante que una propuesta como la referida pueda llevar a la
desnaturalización del proyecto de ley, y pretender otorgar
incentivos que ya existen a través de otros regímenes
vigentes y que, además, son escasos, si se considera que los
fundamentos de formación de la oferta de estas energías
renovables distan muchos de los hidrocarburíferos.
De esta manera, será muy difícil convertir las ventajas
comparativas para producir biocombustibles en nuestro país,
en ventajas competitivas.
Más allá del debate parlamentario, lo que está
en juego es la definición de una política estratégica
en materia energética, de resultado efectivo en el mediano
y largo plazo. Los principales países del mundo han detectado
que la llegada de los biocombustibles es irreversible y han obrado
en consecuencia, aislándose de problemas de caja temporales.
Abrieron un espacio para que aquellos tengan una participación
creciente en la matriz energética, a través de políticas
activas de fuerte impacto.
Ampliación del negocio
Los biocombustibles representan para el sector agropecuario argentino
una excelente oportunidad para desarrollar nuevos negocios, sustentables
desde el punto de vista ambiental y agronómico.
Éstos pueden ser encuadrados dentro del mecanismo de desarrollo
limpio del Protocolo de Kioto, tratado que fue ratificado por nuestro
país y que nos genera compromisos voluntarios de reducción
de emisiones.
El dióxido de carbono (CO2) que es liberado a la atmósfera
por la combustión, mientras en los combustibles fósiles
proviene del subsuelo, en el caso de los biocombustibles se recicla
en el tejido vegetal durante la fotosíntesis y el crecimiento
de la planta, lo cual genera un balance neutro. Además, los
biocombustibles producen beneficios adicionales no menos importantes
por la reducción de otros gases emitidos en la combustión,
como el caso del azufre (causante de la lluvia ácida).
Los biocombustibles generarán una nueva demanda interna no
alimentaria –alternativa para colocar productos del agro–,
más allá de la oportunidad para incrementar por esta
vía los negocios tradicionales, acordes con el perfil exportador
del sector.
Desde el punto de vista relativo, el volumen de este nuevo mercado
es significativamente superior al alimentario, por lo que una pequeña
participación a nivel global cobra relevancia.
La experiencia en la materia registrada en la Unión Europea,
Estados Unidos y Brasil nos demuestra con claridad que el posicionamiento
de los productores agropecuarios en la conformación de la oferta
de biocombustibles –preferentemente a través de cooperativas
o asociaciones empresarias–, es enorme y produce un impacto
en la economía muy positivo, tanto en el nivel de producción
como en el de empleos.
La probabilidad de extender la frontera agrícola es alta, como
así también la posibilidad de diversificar cultivos,
más allá de los tradicionales. Se generarán muy
buenas condiciones para participar al maíz de las rotaciones
agrícolas con mayor frecuencia, con el consecuente beneficio
sobre los suelos, por los aportes adicionales de carbono, nivel de
emisiones de CO2 y conservación del ambiente en general.
Se producirán impactos adicionales sobre la economía
agrícola, debido a la interacción entre la producción
regional de biocombustibles y su demanda de cercanía. Ellos
llevarán a contabilizar menos fletes, a favorecer la actividad
ganadera por reducción en el costo de los alimentos forrajeros
–a partir de la utilización de nuevos subproductos–
y a potenciar economías de escala, por la creación de
nuevos grupos de interés participantes en negocios colaterales,
destinados a abaratar insumos o a reducir ciertos elementos del denominado
“costo tranqueras afuera”.
Posibilidades
Los productores tendrán la posibilidad de involucrarse
como socios de los nuevos emprendimientos, integrados en cooperativas
u otras asociaciones o bien en alianzas empresarias con compañías
petroleras y/o aceiteras, para potenciar las sinergias del negocio.
Alternativamente, podrán celebrar acuerdos estratégicos
con los emprendimientos que se instalen, para la provisión
de cereales y oleaginosas, como así también para el
consumo de biocombustibles y subproductos, lo que potenciará
los beneficios de los institutos de canje agropecuario, maquila u
otros instrumentos específicos.
En definitiva, para el logro de estos objetivos será muy importante
la pronta sanción del proyecto de ley de biocombustibles, con
el respeto de los incentivos originales, ya que son estratégicos.
Se tornará indispensable luego formar opinión en el
sector agropecuario de la importancia de involucrarse en la producción
de biocombustibles, para crear así un marco de referencia creíble
a los futuros inversores provenientes de dicho sector, y superar el
dilema “tierra-industria”.
(*) El autor es contador público y director ejecutivo
de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno.
|