Por Mariela Mendivil Se
ha producido una sustancial baja en la cantidad de hectáreas
dedicadas a ésta producción.
Luis Beltrán > La temporada de tomates
para industria en el Valle Medio cerró en mayo pasado y ya
se comienzan a trazar los programas de producción para la próxima
temporada, teniendo en cuenta que los contratos con las industrias
se firman en el mes de julio. En esta última temporada fueron
menos las hectáreas dedicadas al cultivo del tomate que en
el año anterior y se proyecta que este año se reducirán
aún más las parcelas dedicadas a esta producción.
Las causas de esta reducción del cultivo son varias, por un
lado, los problemas en la comercialización que encuentran las
industrias tomateras en el mercado interno ante las producciones de
otras provincias que cuentan con apoyo gubernamental en su trabajo
y ,desde el sector de los productores, se apunta a los bajos márgenes
de ganancia que deja el cultivo de tomate para industria y la escasez
de tierras ricas que permitan buen rendimiento en la producción.
Zonas productoras
Las dos zonas del país dedicadas a la producción de
tomates para industria son las provincias de Cuyo y el Valle Medio
de Río Negro. Ambas regiones enfrentan problemas similares
en cuanto al rendimiento del cultivo, porque allí está
la base de la ganancia para los productores, y se señala la
necesidad de incorporar tecnologías básicas para aumentar
sus producciones. Pero al comparar la situación de estas dos
regiones se nota la importancia del acompañamiento gubernamental
en la región de Cuyo, ya que existen políticas de promoción
industrial que favorecen el posicionamiento de los productos en el
mercado y también existe acompañamiento técnico
a los productores desde organismos oficiales, con programas específicos
que ayudan a mejorar la producción.
“Disminuyó la cantidad de hectáreas de tomate
plantadas en la zona y en el caso de nuestra empresa tenemos programas
de trabajo menores, más reducidos, debido a los problemas de
comercialización que enfrentamos porque debemos competir con
otras provincias que tienen políticas de promoción industrial,
lo cual disminuye los costos para colocar sus productos, como es el
caso de las provincias de La Rioja, Catamarca y San Juan”, explicó
Mario Concetti, gerente de la planta industrial de La Campagnola en
Choele Choel.
Ésta situación ya fue planteada al Ministerio de Producción
de la provincia de Río Negro porque se necesita apoyo para
poder mantener a las tres industrias tomateras que quedan en la provincia,
de las veinte que existieron unas décadas atrás. Por
su parte, los productores, consideran que al trabajar con márgenes
muy pequeños de ganancia y con muchos riesgos porque es un
cultivo delicado, que requiere mucha mano de obra manual, los productores
están cambiando a otro tipo de cultivos anuales como el ajo,
la cebolla o las pasturas.
Otra variable muy significativa en la reducción del cultivo
de tomates para industria en el Valle Medio, es la escasez de tierras
de buena calidad, porque por tratarse de un cultivo anual, no se pueden
utilizar las mismas parcelas más de dos años seguidos
y lo indicado es volver a utilizarlas luego de cuatro años.
Pero si estas tierras donde se cultivo tomate, no son sembradas con
pasturas en forma inmediata y roturadas, pierden riqueza y consecuentemente
el rendimiento de los cultivos es mucho menor.
Los productores tomateros aseguran que cada vez es más difícil
conseguir tierras vírgenes o de buena calidad para asegurarse
buenos rindes. Además, otros cultivos anuales tienen menos
riesgos y pueden ser realizados con menos personal, lo cual abarata
los costos y simplifica la labor.
El costos de la producción
En el cultivo de tomate para industria se produce una situación
peculiar, las industrias aportan todos los insumos al productor para
que lleve el cultivo adelante y le va otorgando adelantos de dinero
para que pueda realizar las tareas culturales. Además, al firmarse
los contratos de producción y comercialización, se establecen
precios y se asegura la venta de toda la producción. Esta es
una característica particular de este tipo de producción
que en otras no se da, sin embargo los productores aseguran que los
riesgos son muy altos porque si la cosecha no tiene el rendimiento
esperado los costos terminan siendo absorbidos por el productor.
Los industriales aseguran que el productor tiene una forma de trabajo
asegurada con el tomate, porque lo comercializa antes de plantarlo,
tiene ayuda para llevar adelante el cultivo y tiene seguridad de cobro.
Aunque reconocen que los precios son bajos por la situación
del mercado, donde deben competir con producciones de otras provincias
que están protegidas por políticas gubernamentales.
Los tomateros, por su parte, señalan que las experiencias con
nuevas variedades de tomates y estrategias de producción distintas
que las industrias llevan adelante son costeadas por los productores,
porque su rentabilidad depende del rendimiento que logren por hectárea
y eso está sujeto a los insumos que le brinde la empresa con
la que firmaron contrato.
“Las industrias te ayudan a que lleves adelante la producción
una vez que firmaste el contrato pero los riesgos siempre son del
productor, porque si no superas los 50 mil kilos por hectáreas
no tenés ganancias”, explicó un productor. La
situación de los productores mejoraría si consiguieran
apoyo del sector público o privado para invertir en tecnologías
básicas para mejorar tanto la producción como la cosecha.
Por ejemplo, automatizar la cosecha reduce los costos pero es difícil
acceder a una máquina cosechadora sin financiación.
Cambian el tomate por cebolla y ajo
Luis Beltán
> En el Valle Medio, se necesita lograr entre 47 y 50
mil kilos de tomates por hectárea para cubrir los costos de
producción y en general el promedio de cosecha de este año
fue de 60 mil kilos por hectárea, en esto coinciden productores
e industriales. Pero la rentabilidad está sujeta a los precios
y éstos son bajos y no se ajustan al aumento generalizado en
el costo de vida. El tomate de primera se paga quince centavos de
peso el kilo y diez centavos el tomate de segunda.
Algunos productores logran un rendimiento de 80 mil kilos de tomates
en algunas hectáreas y hasta 100 mil kilos, pero esto depende
de las tierras, el manejo de la producción y el clima que impere
en la temporada.
“Este año, el promedio de kilos por hectárea que
logré fue de 60 toneladas, lógicamente con altibajos
entre unas parcelas y otras, en tierras nuevas se cosecharon 80 mil
kilos por hectárea y en otras 50, pero en mi caso el rendimiento
bajo se debió a las variedades que plantamos porque acá
la variedad Choele es la que anda bien pero la industria te da también
de otras y ahí se produce la merma”, explicó el
productor Roberto Gaspar, de Luis Beltrán.
La mayoría de los productores que se dedican al tomate en esta
zona, lo hacen desde hace varios años y coinciden en marcar
que muchos se están volcando a otras producciones porque los
riesgos son menores.
La cebolla es una producción que gana adeptos en la zona y
a pesar de la fluctuación en los precios debido a las variables
del mercado, tiene menos riesgos que el tomate. “La cebolla
está bajo tierra y los riesgos son menores porque con el tomate
te cayó una pedrada o hay lluvias antes de lo previsto y se
te arruina todo”, explicó un productor tomatero.
En la región de Cuyo, los rendimientos son similares pero los
precios son mejores porque el tomate de primera se paga entre 16 y
17 centavos de peso y el tomate de segunda entre 14 y 15 centavos
de peso, lo cual provoca un margen de rentabilidad mayor. Pero de
todas formas los productores tomateros se están volcando a
otros cultivos, buscando una mayor seguridad.
|