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Poquito de Riquelme, el esfuerzo de
Sorin y Bernardi fue lo único que mostró el conjunto nacional.
Brasil ganó la Copa por segunda vez. Frankfurt,
Alemania > No hay nada que decir. No hay excusas que poner
para justificar esta derrota. Se perdió por goleada, jugando
mal, y justo contra Brasil, el que más nos duele. Pero bueno,
es así, ya está. Ahora hay que ponerse de pie, revisar
que pasó y seguir para adelante. Doler duele, pero el tiempo,
y sobre todo el fútbol da revancha.
El partido comenzó con muy poco juego por parte de ambas selecciones,
ya que ni Riquelme, ni Ronaldinho podían tener la pelota y
así hacer jugar a sus compañeros. Pero ese embrollo,
Brasil se lo sacó en sólo cinco minutos con dos golazos
desde afuera del área, el primero a los diez minutos por medio
de Adriano y el otro, por medio de Kaká, cinco minutos después.
Y con ese resultado, cada avance de los brasileños le ponía
los pelos de punta a la defensa de la Selección, que lógicamente
se adelantó en la cancha buscando achicar las distancias. Y
así la verdeamarelha tuvo más de una chance para aumentar.
¿Argentina?
Prácticamente no existió. Con un Riquelme muy
intermitente y sin compañía, las ilusiones de reacción
argentina se desvanecían, cada vez que se cruzaba la mitad
de cancha, y para colmo, en esa zona, la población de camisetas
verdeamarelhas siempre fue superior a la de celestes y blancas. Tampoco
alcanzó con las ganas de Juan Pablo Sorín o con algunas
gambetas aisladas de Zanetti. El resto del equipo fue casi, casi un
desastre, a la espera de que termine ese patético primer tiempo.
El único rescatable fue Bernardi, que hizo lo que pudo para
cortar el circuito futbolístico del medio campo brasileño,
pero Lucas no es un pulpo. Imposible parar a la vez a Ronaldinho,
Kaká, Adriano y Robinho, quienes ayer tuvieron su tarde mágica.
Lo mismo
En el segundo tiempo, Brasil liquidó el pleito antes de los
20 minutos con los goles de Ronaldinho al minuto y nuevamente Adriano,
a los 17. Y si bien, el gol de Pablito Aimar, a los 19, tras un centro
de Delgado, encendió un poquito esa lucecita de esperanza,
la suerte estaba echada. Ya nada, ni nadie podían hacer cambiar
el rumbo de este partido. El ganador era Brasil, sólo faltaba
saber por cuanto lo haría, porque cada ataque del equipo de
Parreira era medio gol. Lo tuvo Kaká, sacó Lux y después
Robinho metió un tiro en el travesaño. Pudo haber sido
peor.
A todo esto, el equipo de Pekerman era un mero espectador, de cómo
su eterno rival le mojaba la oreja en una final. Nada salió
bien para la celeste y blanca, ni Tevez, ni Aimar, pudieron hacer
nada.
Brasil ganó con total justicia, un 4 a 1 no es de suerte. Ahora,
en Argentina, habrá que plantearse ¿qué pasó?.
Copa de las Confederaciones
El dolor de José Pekerman
El entrenador de la Selección Argentina no puso excusas
para explicar la dura derrota sufrida ante Brasil y remarcó
lo penoso que es ésto para el equipo.
Igualmente, el técnico adviritó que no hay
que alarmarse por este resultado, «por más que duela».
Frankfurt, Alemania > Luego de la durísima
derrota frente a Brasil en la final de la Copa de las Confederaciones,
el entrenador del seleccionado argentino, José Pekerman, manifestó
que la derrota por 4-1 sufrida ante Brasil «le provocó
un profundo dolor al grupo», porque todos tenían «la
esperanza de repetir la última actuación frente a ellos».
«Esta derrota nos provoca un profundo dolor, porque teníamos
esperanzas de repetir lo del Monumental, aunque al final se dio todo
lo contrario», admitió Pekerman al comienzo de la conferencia
de prensa post final.
«A ellos le salieron bien las cosas y fueron muy contundentes.
Pese a todo, sin embargo, debo destacar que el trabajo argentino en
el torneo fue muy bueno y se cumplió el objetivo de llegar
a la final», apuntó Pekerman.
Tranquilidad
El técnico remarcó que su equipo «siempre se intentó
jugar, así que esto hay que tomarlo con calma. La superioridad
de Brasil fue indiscutible, pero también nosotros tuvimos una
mala tarde».
«El desarrollo del partido fue fatal para nosotros, porque los
brasileños le pegaron dos veces al arco en quince minutos y
la metieron. Y después, con el tercero en el arranque del segundo
tiempo, nos mataron», subrayó.
«Es cierto que los muchachos sintieron el esfuerzo, pero no
hay que poner excusas. Nuestro rival era muy bueno y no es vergüenza
perder ante uno de los mejores seleccionados del mundo», argumentó
posteriormente el entrenador.
Y respecto de este durísimo revés que determinó
otro título perdido por Argentina, en este caso en la Copa
de las Confederaciones como antes de la Copa América, Pekerman
fue cauto.
«Aunque duela no habrá que alarmarse. Hago mías
las palabras de Diego Simeone, quien dijo que Argentina tenía
buenos jugadores y Brasil a los cracks», remarcó.
Y concluyó el director técnico, de cara al futuro. «No
debemos alarmarnos por este resultado, aunque nos duele».
El plantel argentino saldrá a las 19.15 de mañana desde
Francfort rumbo a Madrid y de allí, por Iberia, a Buenos Aires.
Aimar, Coloccioni, Santana, Saviola, Riquelme, Zanetti y Franco serán
los únicos que permanecerán en Europa.
La Copa de las Confederaciones comenzará a ser un recuerdo,
por ahora doloroso.
La alegría es sólo brasileña
Por todos lados, los brasileños festejaron, disfrutaron y
por sobre todo, gozaron la goleada propinada a la de Argentina.
El astro del Barcelona, Ronaldinho fue contundente: «no se puede
discutir el resultado. Fuimos muy superiores».
Por su parte, el goleador de la Copa, con cinco goles, Adriano dijo:
«ganar la Copa fue más importante que los premios
individuales».
«Fue muy importante para nosotros ganar la Copa de las
Confederaciones como preparación para la Copa del Mundo del
año próximo», declaró Adriano al final
del partido.
«Estoy muy contento de haber ganado este trofeo, que para mí
es más importante que el de máximo goleador y mejor
jugador de la competición», añadió.
Por su parte, el defensor del Bayer Múnich, Lucio, también
destacó el triunfo. «Lo más importante para mí
fue mostrar lo que somos capaces de hacer, ése es el estilo
brasileño de juego».
«No era una cuestión de tomarse revancha. Los brasileños
siempre quieren ganar competiciones internacionales, pero también
nosotros queríamos demostrar que estamos listos para la Copa
del Mundo de 2006", dijo Lucio. |
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