Agudo investigador de los temas que
hacen a las verdades de nuestro pasado, el presidente de la Junta de
Estudios Históricos apunta algunos datos que todo neuquino debe
conocer.
Ciento siete mil eran los habitantes del territorio neuquino a la
fecha de reunirse la convención constituyente en el año
1957. Esta cantidad de pobladores le permitía al Neuquén
convertirse en provincia. Este dato también habla a las claras
acerca de la ocupación real del territorio que, todavía,
era un problema no resuelto.
El ex gobernador Pedro J. San Martín, siendo delegado del territorio
en el Congreso de la Nación, tuvo expresiones que, a la distancia,
esclarecen el sentir de la época. Durante el tratamiento del
proyecto de ley de provincialización dijo, entre otros conceptos:
“Los que habitamos el Neuquén éramos verdaderos
conquistadores que luchábamos en las peores condiciones para
establecer una avanzada de civilización en el desierto. Carecíamos
de caminos, ferrocarriles, escuelas, hospitales, obras públicas,
electricidad, teléfono… no teníamos ninguna participación
en la vida política del país, porque no gozábamos
siquiera del derecho de expresar con nuestro voto la voluntad de quién
sería el ciudadano que dirigiría nuestros destinos.
El gaucho que da consejos
También expresó -apunta el profesor Raúl Pascuarelli-“
que las condiciones en que vivían los neuquinos eran peores
a las manifestadas por Martín Fierro, porque aquí en
Neuquén no servían ni para votar.” Cuando pedía
el voto afirmativo para el proyecto de ley señalaba que era
“el instrumento que tantos años han esperado los habitantes
de los territorios. Con ello se procura dar el trato de hermano a
estos argentinos que siempre cumplieron con sus deberes… Sin
que jamás se les reconocieran los derechos inherentes a su
ciudadanía. Sólo pedimos justicia para quienes luchan
por sostener las fronteras de la patria más allá del
desierto, en las condiciones más adversas que se pueda imaginar…”
Cuestión doctrinaria
Juan Julián Lastra -expresa el profesor Raúl Pascuarelli-,
uno de los mayores exponentes de la intelectualidad territoriana del
Neuquén, en un artículo publicado por un periódico
de la zona planteaba en torno al proceso de provincialización
que “su gradualidad era una cuestión doctrinaria que
demoraba y dificultaba la evolución política de los
territorios. El hecho de tener mayor o menor experiencia en el ejercicio
de la administración de sus derechos e intereses no aseguraba
que las futuras provincias tuvieran mayor éxito en su vida
estatal y ponía como ejemplo aquellas provincias históricas
que con muchos años de experiencia en la administración
estatal, debían ser intervenidas por los gobiernos nacionales
para subsanar errores y evitar males mayores al país en su
conjunto.”
La provincialización de los territorios -explica Pascuarelli-,
para el juez Juan Julián Lastra, era “una necesidad urgente”,
ya que se encontraban abandonados en lo que se refiere a lo social,
lo económico y lo político. Lastra afirmaba que”
los territorios nacionales, en el tren del progreso institucional,
son como los furgones agregados al solo efecto del transporte de los
productos de las industrias que se desarrollan en cada uno: ganadería,
agricultura, fruticultura, minería y tantos otros.
Para los pasajeros que tienen que viajar en el mismo tren, no hay
el mínimo de comodidad personal, ni derechos políticos,
ni educación, ni asistencia social, ni justicia reparadora,
ni servicios por la administración del Estado, debiendo pagar
impuestos y servir al Ejército, como todos los ciudadanos.
“
Organización de la escolaridad
El profesor Raúl Pascuarelli hace resaltar que Lastra afirmaba
que en Neuquén faltaba organizar convenientemente la educación
primaria y secundaria. Retomando el discurso del Juez-poeta Juan Julián
Lastra, Pascuarelli indica que el territorio vivía una situación
sombría que, con la provincialización, se avizoraban
tiempos mejores.
En los años ’50 - afirma Pascuarelli- , la sociedad neuquina
estaba integrada por una abrumadora mayoría de provincianos
llegados desde distintos puntos del país. Traían consigo
el conocimiento de las ventajas que la participación democrática
y el pleno ejercicio de los derechos ciudadanos le otorgan a una persona.
Encontraban aquí una serie de restricciones que sin ninguna
duda provocaban una sensación de olvido y abandono.
En esos años, poco a poco, la sociedad territoriana había
asumido la necesidad de buscar una nueva identidad. Los habitantes
del momento expresaban sus ideas a favor del cambio institucional,
las necesidades empujan a buscar las vías que permitieran lograrlo.
Hay momentos buenos y malos. Avances y retrocesos. Pero tanto en la
capital del territorio como en el interior del mismo se suceden agitadas
reuniones que van generando propuestas que, finalmente, se transforman
en factores de presión ante las autoridades nacionales para
conseguir una efectiva incorporación del Neuquén al
resto del país.
(Continuará)
Una anécdota que pinta la situación
En junio de 1914 -relata Ángel Edelman en su obra Primera
Historia del Neuquén, Recuerdos Territorianos- se presentó
el doctor Manuel Bonet como mandatario de don Carlos Bouquet Roldán,
ex gobernador y ex legislador nacional, avecindado en Neuquén,
solicitando al Ministerio del Interior que el Poder Ejecutivo impartiera
las órdenes a fin de que su mandante pudiera ejercitar el derecho
del voto en las elecciones nacionales. Lo que Bouquet Roldán
pedía era votar en Neuquén, su domicilio, cuando hubiese
elecciones nacionales; quería participar en la votación
como integrante del distrito de la Capital Federal. Bouquet Roldán
argumentaba que si los habitantes de las provincias votan juntamente
con los de sus capitales respectivas, ¿por qué los habitantes
de los territorios federales no pueden votar también con los
de la Capital Federal? Bouquet Roldán respondía al famoso
“quiera el pueblo votar de Sáenz Peña quien impuso
la obligatoriedad del sufragio, con un “quiera dejarnos votar”.
Esta gestión tuvo gran repercusión y, para apoyarla,
se organizaron asambleas, comisiones populares y delegaciones en el
interior y en otros territorios.
En la víspera del 9 de julio de 1914 se realizó una
asamblea de vecinos en el local municipal, recibidos por el intendente,
Abel Chaneton y se constituyó un comité de apoyo nombrando
a Bouquet Roldán y a Bonet presidentes honorarios.
Abel Chaneton como presidente ejecutivo y un nutrido número
de pioneros formaron la comisión: Juan Zufiría, Emilio
Guiñazú, Cristóbal Hervitt, Rafael Castilla,
José Edelman, Ángel Edelman y muchos más. En
el mismo acto se redactó un telegrama al vicepresidente de
la Nación en ejercicio, Victorino de la Plaza, firmado por
180 vecinos. Radicada la cuestión en el terreno legal esta
primera semilla, arrojada en el campo de nuestra organización
institucional, en pro del ejercicio de los derechos cívicos
inherentes a la igualdad republicana que consagra la Constitución,
no fructificó por la cerrada oposición hermenéutica
del procurador general de la nación Dr. Julio Botet.
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