El economista José Luis Coraggio lleva
15 años investigando estrategias de la economía popular.
Es rector de la Universidad General Sarmiento donde dirige la Maestría
en Economía Social. Realizó estudios de doctorado en la
Universidad de Pensylvania y obtuvo una amplia experiencia como investigador,
docente y profesional de la planificación regional en Argentina,
México, Nicaragua, Ecuador y Estados Unidos.
Autor de más de 100 artículos y 20 libros, publicó,
entre otros, “La gente o el capital”, “De la emergencia
a la estrategia”, “Descentralizar: barajar y dar de nuevo”,
“Las políticas sociales urbanas a inicios del nuevo siglo”
y “Descentralizar: el día después”.
Para el economista, así como un par de años atrás
era imposible plantear el fin de la convertibilidad, hoy resulta difícil
imaginar la construcción de una economía social. Pero
asegura que el esfuerzo vale la pena. Se trata de entender una economía
que no busca el lucro y se inserta entre la estatal y la de capital
privado; y es para él, la herramienta con la cual enfrentar
el agorero pronóstico del fin del trabajo.
¿Qué es la economía social?
La economía social es un sector de la actividad económica,
de organización de recursos, de resolución de necesidades
que no tiene como sentido principal el lucro. Su objetivo es la satisfacción
de las necesidades y la producción de una sociedad más
igualitaria. Tiene otros criterios de asignación de recursos
y tiene otros actores, no es el empresario privado. El empresario
privado no produce economía social, está entrampado
en la lógica de la competencia, en defenderse en el mercado,
en bajar los costos, en generar demandas y necesidades para colocar
sus productos. La economía social parte de las necesidades
legítimas de la gente. Cada uno puede partir de una necesidad
imperiosa distinta, pero cuando se crea la situación de diálogo,
porque entre todos tienen que tomar decisiones, finalmente van desarrollando
esa capacidad de pensar en el bien común.
¿Cuáles son experiencias de economía
social?
Las cooperativas, las mutuales, las asociaciones barriales, los grupos
que se organizan para comprar juntos, ejercer su poder de comprar
y comprar más barato, los productores que se asocian para abastecerse
y para comercializar sus productos.
¿La economía social es nueva o es una nueva
versión del cooperativismo?
Al cooperativismo hay que aggiornarlo. Tenemos una historia de cooperativismo
muy valiosa y rica pero hoy a algunas empresas cooperativas prácticamente
no se las puede diferenciar de una empresa capitalista. Tienen una
asamblea que no funciona, unos pocos controlan las decisiones y están
compitiendo en el mercado por clientes como cualquier otra empresa.
Incluso muchas cooperativas que surgieron últimamente son una
regla de las empresas para dejar de pagar los aportes a los trabajadores.
¿Los mercados de trueques entran en lo que es la economía
social?
Hay que diferenciar entre lo que es la economía popular -que
es lo que viene pasando-, y la economía social que es un proyecto
de desarrollo de otra economía que va a tener un período
largo de construcción. En la economía popular se generaron
las redes de trueque como una manera de resolver una contradicción:
el mercado le decía a los desocupados que sus capacidades no
tenían valor y que por lo tanto sus necesidades no tenían
legitimidad. Como no tenían dinero para respaldarlas, eran
necesidades que no podían ser satisfechas. Entonces, se juntan
grupos de personas e intercambian sus trabajos, establecen reglas
de intercambio, fijan precios y emiten incluso su propia moneda.
¿Qué entra dentro de la economía popular?
Entra todo el trabajo subterráneo doméstico, de alto
consumo, que es una parte muy importante de la economía que
en general los economistas no registran. Entra todo lo que tiene que
ver con el trabajo comunitario, con las asociaciones informales que
están siempre ocultas. Por ejemplo, ¿se considera una
actividad económica un jardín de infantes que cobra
100 pesos por mes para cuidar a un chico? Sí. Ahora si eso
mismo lo hace una red de madres que se organiza, tiene que ser una
actividad económica. Sigue siendo una actividad económica
sólo que no aparece registrada porque no hay factura, no hay
pago. La Economía popular es la reacción que ha tenido
la gente ante un sistema que le ha dicho que el trabajo asalariado
dejaba de ser la manera de resolver sus necesidades.
El proyecto de la economía social, ¿cómo
se abre espacio entre la economía de capital y la economía
estatal? ¿Con ayuda de qué?
Yo creo que no alcanza con las ONG’s. Se necesita una política
pública estatal clara que primero tome conciencia de que con
la inversión privada no se va resolver el problema del desempleo,
ni se va a resolver el problema de los magros ingresos que tienen
los trabajadores. El salario promedio argentino está por debajo
de la línea de pobreza, o sea que hoy tener trabajo no implica
dejar de ser pobre. El Estado tiene que tomar conciencia de que si
se quiere legitimar sobre bases democráticas, tiene que generar
condiciones para que las capacidades de la gente tengan recursos.
Es fundamental dar acceso a una educación de calidad que forme
ciudadanos creativos que puedan organizar la economía. El problema
es que hay un sector demasiado grande de la población que nunca
tuvo una experiencia laboral y otro que tuvo una experiencia laboral
con patrón. Si a este segundo grupo se le pregunta si quiere
ser emprendedor, la gran mayoría dice que prefiere tener un
trabajo con patrón.
¿Cuáles son las iniciativas del Gobierno en
el tema?
El Gobierno, el Ministerio de Desarrollo Social, el mismo Kirchner
han apoyado las políticas de desarrollo social de la comunidad.
O sea, sostienen que el desarrollo de este país se va a dar
desde las regiones, desde las localidades, partiendo de las realidades
concretas y no con grandes medidas generales. Los programas de asistencialismo
estricto tienen que seguir mientras no se resuelve el hambre de la
gente. Pero lo que hay que hacer es generar actividades que se puedan
sostener sobre sí mismas.
¿Cuáles son hoy los inconvenientes para la
economía social?
Primero tiene que estar en el imaginario de la dirigencia política
esta perspectiva. Yo creo que todavía siguen pensando en un
modelo económico donde nosotros somos competitivos en algunos
productos a nivel internacional, si los precios nos van bien captamos
renta, el grueso se va en captar la deuda externa y una parte se usa
para que la gente aguante. Yo creo que eso es lo que predomina. Primero
hay que romper con eso porque no funciona. No va a venir una masa
de inversión externa ni nacional que reintegre productivamente
a millones de desocupados. Hay que tener una visión estratégica
y darse cuenta que esto parece que está funcionando ahora pero
dentro de tres , cuatro años no va a funcionar más.
Vamos a tener un default total otra vez. Hay que hacer un llamado
a la ciudadanía para que tratemos el tema de la deuda de otra
manera, la población está sin saber las consecuencias
que va a tener con el tratamiento actual de la deuda. El otro inconveniente
es que los mismos actores colectivos, como pueden ser los sindicatos,
no están viendo estas alternativas. Por ejemplo, la CTA todavía
está pensando en un proceso de redistribución de ingresos
para resolver el desempleo y la pobreza, pero no está pensando
la construcción de otras economías.
¿Cuáles son sus críticas a las políticas
de redistribución del ingreso?
No van a resolver el tema del desempleo porque si tenemos una estructura
económica que es concentradora de ingresos, si ahora redistribuimos
ingresos hacia abajo, lo que va a pasar es que la gente va a comprar
lo más barato posible, ¿y adónde va a comprar?
Va a terminar comprando en el sistema minorista más concretado
que es el que tiene oportunidad por escala de vender todo más
barato. Entonces se vuelve a reconcentrar el ingreso generado por
esta política de distribución del ingreso. Es cierto
que la gente va a poder comer, pero va seguir dependiendo de ese ingreso,
que ese es un ingreso miserable.
¿El asistencialismo es un obstáculo para el
desarrollo del país?
Casi nadie que asista va a decir “con esto vamos a resolver
los problemas”. Va a decir “no tengo más remedio
que asistir, pero acá hay que hacer otra cosa”. Empezando
por Cáritas, ellos saben que los recursos para la asistencia
no son interminables. La OIT, el Banco Mundial, la CEPAL están
diciendo que el problema es estructural. Dentro de este modelo de
inversión privada y de gasto público sólo compensador
-y sobre todo gasto público concentrado en pagar la deuda externa-
no hay posibilidad de resolver el problema. Entonces, el asistencialismo
no puede ser la respuesta, es sólo circunstancial.
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