Por BERNARDO COFRÉ
En su opinión apuesta a la movilidad y cambios de
ritmo para “combatir” a quienes pregonan la marcación
extrema, el pressing y la reducción de espacios.
Neuquén> Roberto Domingo Rogel
se ganó merecidamente un lugar en la historia grande de Boca
Juniors, al lucir durante siete temporadas sus colores y el brillante
equipo bicampeón en las temporadas ’69 y ’70.
El destacado ex marcador central, que hizo dupla –entre otros-
con el peruano Julio Meléndez, visitó Neuquén
invitado por la Escuela Nro. 49 de la Seccional local de la Asociación
de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA) y el sábado
pasado ofreció una charla en la sede social de Atlético
Neuquén.
Cómo se produce su visita a Neuquén
Generalmente por intermedio de la ATFA realizamos este tipo de charlas
en el interior del país y también he tenido salidas
al exterior. Intentamos tener un diálogo de amigos, porque
en esto nadie tiene la verdad absoluta. Y en Neuquén salió
una linda charla que, en un futuro no muy lejano, pensamos profundizar
con trabajos prácticos. Una especie de clínica de fin
de semana.
Y en qué conceptos se centró la charla.
El mayor hincapié que hago y hace rato que lo vengo pregonando,
es que al fútbol actualmente se lo ve con la idea del pressing,
de reducir espacios, de marcar y, el gran desafío es hablar
con el mismo énfasis de movilidad, cambios de ritmo, trabajos
de definición buscando todos los métodos para que el
gol esté lo más cercano posible.
¿Cuál es su actual actividad?
Soy profesor de la ATFA en la Escuela Nro. 130, que funciona en Lanús.
Y además, por ejemplo, en noviembre pasado fui contratado por
el Ministerio de Educación de Ecuador para dar una clínica,
ante 147 profesores y entrenadores.
¿Qué diferencias percibe con el fútbol
de hace 30 años?
En la parte defensiva se han facilitado un poco las cosas al reducirse
espacios, jugando con volantes de marca que hacen más corto
al equipo. En la época que me tocó jugar a mí
en Boca, los volantes de marca no existían, todo lo contrario
la mayoría (Madurga, Trobbiani) eran con capacidad creativa
y entonces, uno en el fondo tenía más espacios. Pero
eso fue cambiando, hasta llegar hoy al doble cinco. Ahora, el hombre
con la obligación de crear o tratar bien a la pelota, la tiene
más difícil. Entonces, hay que hacer hincapié
en dos grandes cosas: la movilidad y los cambios de ritmo. La técnica
en velocidad es mucho más difícil, por eso hay muchas
más imprecisiones. De todas maneras, en ese aspecto se debe
reconocer que hay una evolución, porque ahora se realiza el
trabajo en un 80 por ciento con pelota.
Orgullo bostero
“Siempre lo he dicho y no me canso de repetirlo, yo tuve una
gran suerte en el fútbol. Aparte de habérseme brindado
la posibilidad de llegar a uno de los clubes más importantes
del mundo, como lo es Boca Juniors, tuve la suerte de jugar al lado
de jugadores de una calidad y una jerarquía excepcional. Además
de Suñe, Meléndez y Marzolini, los compañeros
de la defensa, uno nombra a Potente, a García Cambón,
Orlando Medina, Madurga, Ponce, Peña, jugadores de un fútbol
claro y una contundencia bastante importante.
El recuerdo más importante o emotivo de su carrera.
Es indudable que lo máximo, lo mejor fue dar la vuelta olímpica
en el ’69 contra River en su propia cancha. Esa fue una final
memorable, por la importancia que tenía en cuanto al resultado,
el desarrollo, el desenlace que tuvo. Después, la posibilidad
de jugar en la Selección y la suerte de hacer el primer gol
en el comienzo de la era Menotti, en un amistoso que empatamos contra
España. Son emociones que uno recuerda y comparte siempre con
los amigos.
Aquel título de Boca fue cuando solamente usted y
Marzolini, pudieron dar la vuelta olímpica.
En realidad, los demás no dieron la vuelta olímpica
por dos cosas: una porque prendieron los grifos de riego y otra por
una actitud de un verdadero señor que se llama Rubén
Suñe. Como capitán de Boca y al ver a los jugadores
de River vencidos y destruidos, dijo “muchachos, no demos la
vuelta”. Son gestos que la gente no los sabe. Ahora esas cosas
no pasan y uno las tiene que recordar y sentirse orgulloso de haber
tenido compañeros como el “Chapa” Suñe.
Le tocó también enfrentar a grandes delanteros.
Sí, duelos memorables con el “Puma” Morete, con
el “Lobo” Fischer, la “Pepona” Rinaldi. Antes
había delanteros pesos pesados, entonces se armaban esos duelos.
Y luego de Boca, finalizó su carrera en el exterior.
Insisto que yo tuve suerte en el fútbol. Fui a México
y salimos campeones con los Tigres y después de un paso fugaz
por Rosario Central, otra vez campeón con Deportivo Cali, en
Colombia y con Carlos Alejandro Leone (radicado hace varios años
en Neuquén) de compañero.
Como técnico, algún título.
Subcampeón con Quilmes, en el ’84 cuando salió
campeón Ferro. Luego tuve la suerte de dirigir un Vélez
excepcional. Fue el equipo que más me hizo disfrutar. Jugaban
Ischia, Alonso, Bianchi, Comas, Pumpido, Moralejo. Un gran nivel de
jugadores. Tal es así que clasificamos terceros. Después
también fui subcampeón del Nacional B con Lanús.
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