El Teatro Negro de Bulgaria, el domingo en la Conrado Villegas.
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Neuquén > La sensación
que producen sus imágenes puede asemejarse a la de un film con
efecto tridimensional. Lo cierto es que conservando un espacio escénico
original, con técnica de manipulación e iluminación
propia, el Teatro Negro de Bulgaria, no tiene que envidiarle nada a
las grandes producciones de dibujos animados.
Quizás, por tal motivo y muchos más, grandes y chicos
tendrán la posibilidad de observar un espectáculo de primer
nivel, cuando el domingo (las entradas cuestan 15 y 20 pesos) desembarque
para realizar su presentación en el teatro Conrado Villegas,
de está capital, a las 16 horas.
Creado en 1998 en Bulgaria por actores y titiriteros, está obra
posee la particularidad de no presentar texto, donde la música
pasa a ser el primer elemento dramático.
De está manera a través de varios actos, sensibles muñecos
van tomando vida propia, para que todo se trasforme en un mundo mágico.
La puesta que ha cosechado grandes halagos por los medios especializados,
además de innumerables premios, contiene una introducción
de juegos con letras que forman títulos.
Justamente la apertura consiste en hacer recordar la imagen del Calidoscopio,
aquel tubito mágico de la niñez invadido por figuras de
colores, que se descomponía al girarlo sobre si mismo.
De este modo luego los cuadros que se van sucediendo son varios, en
el cual el protagonista será un pequeño niño, que
al nacer empieza a enfrentar el mundo hasta conocer a una tierna y pequeña
niña.
Con una historia sencilla originada por diferentes objetos y títeres
–que van tomando fuerza-, los espectadores logran conmoverse ante
la ternura de las secuencias, que crean un mundo sin violencia que lo
hace distinto, y como si fuera poco reivindica los valores tan necesarios
en estos tiempos.