RELATOS NEUQUINOS
60 Aniversario LU5 Radio Neuquén

“Jorge Edel, la oveja negra de la familia”

 
 
“Comencé haciendo una audición que se llamaba “Las Tardes y el Amor” con Amabeth Carou. Salimos al aire durante casi un año”En la imagen Jorge Edelman con su famosa y recordada compañ{ia radioteatral.
Alelí Gotlip en su libro “El radioteatro: Jorge Edelman, un relato de vida” publica una serie de conversaciones, parte de las cuales transcribimos, mantenidas con uno de los personajes paradigmáticos de la radio, el cine y el teatro en la región.


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  ¿Tenían radio en Loncopué?
Teníamos una sola radio, un aparato grande que estaba en la cocina. Era con acumulador. Se conectaban los bornes y había que esperar dos o tres minutos para que se calentara. Ya después cuando eran a electricidad se enchufaba. Si se la usaba en el campo se ponía el acumulador, si se la usaba en la case se la enchufaba. Recuerdo que a la noche era un ritual escuchar la radio. Más que sentarnos, mi padre (Adolfo) y mi madre (Elvira Rodríguez) se acostaban, papá con sus diarios y mamá con sus revistas.
Yo me metía en medio de los dos para remolonear.
Mi padre tenía una única diversión: prender la radio y escuchar emisoras de Chile y de Argentina en onda corta. Eso lo recuerdo muy bien, era muy lindo. Escuchábamos los Cuentos de la Vieja Abadía, también a un actor que se llamaba Jorge Lanza en “Y no están en el bronce”, que eran todas historias que no estaban en los libros, pero que habían pasado, que no estaban escritas pero que igual habían sucedido y habían hecho Patria.

¿Qué más escuchaban?
-Escuchábamos algunos ciclos a la noche, por Radio El Mundo, como “Los Pérez García”. También nos gustaba escuchar por Radio del Estado a un primo mío, un actor bastante conocido en Buenos Aires, Juan José Edelman, “El Gurí” que murió muy joven. Trabajaba en “Las dos carátulas, el teatro de la humanidad” donde también estaba incursionando Alfredo Alcón. Además mi primo trabajó con Narciso Ibáñez Menta, un actor muy famoso que hacía obras de terror. Después hizo cine, teatro y teleteatro.

¿Cómo era el parentesco?
Él era hijo de Perla, una hermana de mi padre. Juan José González era su verdadero nombre. Pero un día se lo cambió porque participó en un programa radial conducido por Rosa Rosen donde se hacía un concurso para buscar nuevos talentos.
Ella hacía el papel de la actriz y el actor eran los principiantes que iban pasando y concursando. El jurado elegía al mejor. Cómo él ya había incursionado en otras cosas, se puso “Juan Carlos Insúa” para figurar como alguien nuevo. Le fue muy bien, estuvo mucho tiempo, hasta se puso de moda un cantito “¡A Juan José Insúa, no lo mueven ni con grúa!, porque siempre ganaba. Más tarde, como sonaba mal ese nombre se puso Juan José González Edelman, y a lo último se sacó el González.

¿Alguna vez trabajaron juntos?
Sí, el trabajó en mi compañía. Una vez yo tenía que grabar y lo contratamos. Era muy buen actor. A mí me gustaba eso de ser actor. Ya de chiquito me daban los papeles en el colegio. Cada vez que había que representar algo, me buscaban, se ve que me veían medio payasito y me elegían a mí. Además, cuando las maestras me empezaron a dar los personajes en Loncopué, me entusiasmé con el teatro. Tomaba revistas y me iba al baño interpretando los personajes en voz alta, el de varón, el de mujer, el de uno y el de otro; la cosa es que todo eso ya indicaba una vocación. Más tarde, estando en Neuquén en la escuela secundaria solía participar en todos los actos teatrales. La primera obra que hice como profesional fue “La Barra Provinciana” que la hicimos con mis compañeros de curso para recaudar fondos para la escuela.

¿La hicieron también por radio?
No, la hicimos para recaudar dinero para un viaje de estudio, esas cosas que hacían los estudiantes. Para ganar plata también hacía otras actividades, siempre me las rebuscaba. Un verano trabajé en el galpón de frutas del papá de un amigo: Mariano de Zabaleta, cuyo nombre luego usé para un personaje en “No nos dejes, papá”.

¿Qué radio se escuchaba, ya no en Loncopué sino en la ciudad de Neuquén?
Se escuchaba Radio Splendid a través de LU5 que conformaba la Cadena de Estaciones Provinciales, RADES y que creo pertenecía al diario La Razón. Escuchábamos a Oscar Casco, Sergio Malbrán.
También a Tarzán a eso de las cinco o seis de la tarde auspiciado por “Toddy”. César Llanos hacía de Tarzán y Oscar Rovito de Tarzanito, Recuerdo también los cómicos: “Los cinco grandes del buen humor”,”La Revista Dislocada”.

Délfor y La Revista Dislocada se presentaron en Neuquén.
Sí, venían con su libretito a un baldío, una ochava en la avenida Argentina y la diagonal, que era de la Sociedad Española. Era como un prado donde se presentaban números. Ellos eran como diez o doce actores con su libreto y cada uno hacía un personaje, vestidos con un traje o saco, sin caracterizarse y hacían números cómicos.

Hablemos sobre la Radio Neuquina.
Recuerdo que era la única radio, no en toda la Patagonia porque había una en Comodoro Rivadavia. LU 5 en Neuquén empezó en el año cuarenta y cinco. Yo iba a la radio porque venían figuras, cantantes de tango y el lugar de producción obligado era ése. Así vi a Alberto Castillo, por ejemplo, a quien había escuchado en discos. Esos cantores después actuaban en el club Pacífico o Independiente, o en la boite Confluencia.

¿Dónde estaba ubicada la radio LU5?
Estaba en la esquina donde está ahora, entre la calle Alberdi y la calle Santa Fe. Era mucho más chica, con una sola entrada. A la derecha había una entrada donde estaban los empleados administrativos, seguía la casa donde vivían el director y su familia. Y a la izquierda tenía un lugar donde estaba el control y otro donde actuaban, que con el tiempo se fue agrandando. Había unas butacas para veinte personas por iba público.

¿Cuánta gente trabajaba allí?
Había cuatro operadores que se turnaban, cuatro locutores y el mismo número de empleados administrativos. Por los años sesenta era más o menos igual, no me acuerdo bien en qué época cambió, que fue cuando le sacaron la parte familiar, las butacas y agrandaron el estudio.

¿Cómo era el horario de transmisión?
Al principio era desde las seis de la mañana hasta las doce de la noche, después hasta las dos de la mañana. Al lo último se pasaba una marcha militar, Capibara, y el locutor decían: “Con esta marcha…deseamos un descanso y un feliz despertar y los esperamos luego a las seis de la mañana.”

Cuénteme cómo empezó a incursionar en la radio
Comencé haciendo una audición que se llamaba “Las Tardes y el Amor” con Amabeth Carou. Salimos al aire durante casi un año entero. Yo usaba el seudónimo, “Jorge Edel”. En un certificado que encontré, que me había dado LU5, aparece que trabajé en otro unitario, “La noche fue testigo” pero sinceramente no lo recuerdo. Lo que sí recuerdo fue que estaba muy contento porque la radio me pagaba.

¿En qué consistía el programa “Las tardes y el amor”?
Eran unitarios de media hora sobre historias de alguna pareja: hoy hacíamos de una pareja de médicos, mañana carpinteros, otro día novios…Hacíamos todos los días pequeñas historias de amor que venían escritas desde Buenos Aires por Irene Alzúa. Nosotros solamente teníamos que ensayar el libreto así que nos íbamos una hora antes y le dábamos dos o tres pasadas.

¿Cuántos años tenía, diecinueve, veinte años?
No, menos, mucho menos. A los diecinueve ya tenía mi propia compañía.

¿Qué pensaba su familia de que usted trabajase en la radio?
Mi madre no decía nada, le gustaba, era mi padre el que se oponía. Pero yo lo hacía sin preguntarles, siempre fui la “Oveja negra” de la familia porque quería hacer lo que me gustaba. Tan es así que en el año cincuenta y ocho mi tío Ángel Edelman asumió como gobernador de Neuquén pero ni se me ocurrió asumir en algún cargo, como el de Director de Cultura. Solo quería salir de gira, el radioteatro era mi pasión.”

 

 


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