“Es necesario intensificar la democracia interna en los sindicatos”

 
 
«Para revertir el deterioro del mercado laboral, deberían hacerse transformaciones estructurales desde el poder político porque el movimiento obrero -a partir de la actual desocupación- no cuenta con la fortaleza como para lograr que se impongan cambios».
El abogado laboralista Héctor Recalde está ligado al movimiento obrero argentino y es un crítico y analista de la actual situación que vive la sociedad argentina en este aspecto.


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  Por LAURA E. ROTUNDO

Héctor Recalde es un reconocido Abogado Laboralista, de una vasta trayectoria en lo vinculado al movimiento obrero argentino. Como asesor letrado de la Confederación General del Trabajo (CGT), este hombre de leyes dialogó extensamente con La Mañana de Neuquén y detalló cuáles son las debilidades del actual mercado laboral.
Un breve repaso del cumplimiento de los derechos del trabajador -desde el restablecimiento de la democracia al presente-, la falta de credibilidad manifestada hacia los sindicalistas por parte de la sociedad y el rol del Estado frente a las condiciones actuales en las que se encuentran los empleados son algunos de los puntos que Recalde desarrolla con declaraciones muy realistas, en el siguiente reportaje.

¿Podría resumir brevemente la evolución del cumplimiento de los derechos de los trabajadores en nuestro país, desde el restablecimiento de la democracia hasta la actualidad?
Ante todo, me parece importante destacar que -antes de 1983- la sociedad argentina está en deuda con los trabajadores. Cuando la dictadura militar asoló el país, la Ley de Contrato de Trabajo hizo desaparecer 27 artículos, los derogó y modificó otros 99: todos en contra del trabajador o por lo menos, la inmensa mayoría. Esto sucedió en una disposición de más de 300 artículos, por lo que se tocó una tercera parte de ellos.
En 1983, después de la primera acción colectiva contra la dictadura militar que fue el 27 de abril de 1979 -un paro nacional registrado por el movimiento obrero y al recordar esta acción, quiero resaltar el aporte que hizo este sector para recuperar la democracia-, la sociedad argentina estuvo muy remisa para devolverle derechos a los trabajadores. Recién en 1988, son restituidas las facultades colectivas: vuelve a ponerse en vigencia la Ley 14.250 (del Convenio Colectivo de Trabajo), se modifica y se reanuda el funcionamiento de las obras sociales sindicales (con las leyes 23.660 y 23.661) y se sanciona una nueva norma de asociaciones sindicales de trabajadores (con la ley 23.551). Todo esto fue sucediendo en materia de derechos colectivos, pero en materia de derechos individuales... nada.
Después viene el menemismo e inmediatamente, a partir de 1989 comienza una nueva gran regresión. Los primeros dos decretos tienen que ver con el pago en negro: deshabilitar el pago de remuneraciones con los llamados ‘ticket canasta’ y después vienen los contratos basura, los límites a la negociación colectiva, el decreto reglamentario de huelga, toda una serie de atrocidades. En 1995 tuvimos una retahila de leyes flexibilizadoras como la Ley de Pequeñas y Medianas Empresas, otra que aumentaba los contratos basura e imponía el período de prueba, otra que modificaba la de concursos y quiebras, más tarde la maldita Ley de Riesgos del Trabajo y la de conciliación laboral obligatoria.
Luego aparece una ley terrible -que se sanciona durante el mandato de Erman González al frente de la cartera de trabajo- que rebajó las indemnizaciones por despido a niveles increíbles.
En diciembre de 1999, llega la Alianza y la Ley Banelco -la 25.250 sobre la cuestionada Reforma Laboral-. El gobierno de (Eduardo) Duhalde no tocó legislación de fondo, sí hubo alguna reglamentación que tendía a proteger la fuente de empleo que fue la Ley de Emergencia Económica y Social -que suspendió los despidos sin causa justificada-. En 2003 asume el actual gobierno y las primeras declaraciones del Ministro de Trabajo, Carlos Tomada, aseguraron que no se tocaría la legislación. Nosotros -desde la CGT disidente y el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA)- sostuvimos que sí, que era necesario tocarla y había que revisar todo. No se examinó la legislación hasta que devino en la realidad quien fuera Secretario Parlamentario del Senado durante el Gobierno de Fernando de la Rúa, Mario Pontaquarto que hoy nuevamente está en los diarios... lo cierto es que hicimos una batalla frontal contra la flexibilización laboral y contra la llamada Ley Banelco.
Con mención a esta última ley, escribí un libro que se llama ‘Crónica de una ley negociada’ y redacté un artículo sobre estos guantes del conocimiento de las coimas, donde hablaba de reforma laboral o plan canje porque parecía que estaban canjeando derechos...
Declara Pontaquarto y ya no hay más remedio que modificar la ley. Desde la CGT disidente, yo le expresé al Ministro de Trabajo la necesidad de revisar la legislación... desde la dictadura en adelante. No fue posible pero el Gobierno se comprometió a hacerlo: dijo que en un primera etapa se sacaría la Ley Banelco y en una segunda, se revisaría todo. Estoy esperando que se cumpla con esa segunda parte.

¿Cuáles son -desde su visión- las principales problemáticas que enfrenta hoy por hoy el mercado laboral en Argentina?
El empleo. Aunque haya descendido, el índice de desocupación está situado en no menos del 17 por ciento porque yo no puedo computar como ocupado a un Jefe o Jefa de Hogar porque tiene un subsidio. Es cierto que alguna reactivación hay pero mi calculo es que un 17 por ciento de la población no tiene trabajo y esto esclaviza, somete. El trabajador no es libre en el ámbito de su relación laboral, en la medida que haya tanta desocupación, por el pánico que genera la circunstancia de poder perder el empleo.
Mientras no se corrija este problema, va a ser muy complejo el tema de las reivindicaciones... se van a dar pero obtenerlas resultará muy difícil.

A nivel jurídico y a grandes rasgos, ¿cuáles son hoy los derechos del trabajador que menos se respetan?
Creo que la pregunta se contesta con la estadística. Nosotros tenemos más de la mitad de los trabajadores en negro y no se respetan porque estos últimos tienen todos los derechos que tienen los trabajadores en blanco... es más, tienen derecho a un 25 por ciento más del sueldo que le pagan en negro y si lo despiden se duplica la indemnización. Hoy sería un 360 por ciento a partir de que ‘la doble ya no es doble’ sino de un 80 por ciento más.
La jornada también es un derecho que no se respeta. En Argentina hay un fenómeno antisolidario en absoluto que es que los trabajadores están obligados a trabajar en exceso de la jornada legal. Esta sobreocupación, si se evitara o si se consiguiera que se hiciera realidad el límite de ocho horas diarias o 48 horas semanales, no estaríamos creando empleo pero sí repartiéndolo entre 900.000 desocupados y esto no es poca cosa.

Y entonces... ¿cuál sería el camino que hay que tomar para revertir el deterioro laboral existente en el país y para poder consumar todo lo expresado en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional?
Deberían hacerse transformaciones estructurales que sólo pueden darse desde el poder político porque el movimiento obrero, a partir de esta desocupación, no cuenta con la fortaleza como para lograr que se imponga esto. Nos referimos a que impongan el cumplimiento de la Constitución Nacional, no hablamos de un golpe de Estado sino de una exigencia: cumplan con la Constitución.

Desde su visión, ¿considera que el gobierno del Presidente Néstor Kirchner está aplicando políticas realmente favorables para los trabajadores en general?
Avanza, con lentitud y escasez.

Pero, por ejemplo... ¿observa apropiado que en esta etapa, el Gobierno siga aumentando salarios por decreto o cree que las negociaciones deben darse solamente entre el empresariado y los trabajadores, por las vías vigentes en la legislación?
Creo que el sistema normal es el convenio colectivo de trabajo pero está visto que la debilidad de la que venimos hablando, hace que las empresas no reconozcan el reclamo de los sindicatos en los convenios y ahí aparece el rol del Estado, que no es un decreto. Cuando uno dice decreto, que es así formalmente, pero parece que fuera una calificación peyorativa. Cuando yo trabajaba en una oficina y ascendían a alguno que no merecía ese reconocimiento, con los demás compañeros decíamos: «a ese lo ascendieron por decreto». Esto es el ejercicio de una facultad delegada por el Congreso Nacional -de acuerdo al artículo 76 de nuestra Constitución-, es decir que está legislando... la forma es un decreto pero el Poder Ejecutivo está legislando dando un aumento y éste es el rol del Estado: equilibrar las condiciones sociales cuando existe un profundo desequilibrio como el que está presente en nuestra patria en este momento.

Ya que hace referencia al rol del Estado... hace ya algún tiempo, usted afirmó a un medio -refiriéndose a las condiciones laborales que se manifiestan en nuestro país- que «no hay un Estado ausente, sino un Estado cómplice». ¿Cree que el Estado no ejerce adecuadamente el rol de supervisor para asegurarse que los argentinos trabajan en circunstancias dignas?
Es cierto, esas declaraciones las hice hace ya algún tiempo pero para demostrar la coherencia de lo expresado... yo suelo decir que al Estado lo diferencio de los gobiernos porque el Estado, estructuralmente, no tiene capacidad de control. Vale la pena hacer memoria y recordar que una vez al General (Juan Domingo) Perón le preguntaron cuál era la mejor ley laboral y él respondió: «la que hiciera cumplir las leyes que existen».
Entonces lo que reclamo es un control social sobre el cumplimiento de las leyes... Ministerio de Trabajo, cámaras empresarias, sindicatos y Organizaciones No Gubernamentales que tengan especial versación en temas laborales, trabajar con las Universidades y con los Colegios de Abogados para generar un cambio de cultura, buscando el acatamiento de la norma y no para combatir el trabajo en negro por ejemplo, sino para erradicarlo. Es necesario llegar al lugar donde está el trabajador en negro que es un desaparecido social y al primer vulnerable que hay que proteger... pero ver qué sucede con el pequeño empresario. Hay que capacitarlo, enseñarlo y ayudarlo.
Esto ha sido declamado por todos los gobiernos, por ejemplo con un artículo de las leyes -tanto en la Banelco como en la Pontaquarto, que así la denominan algunos a la última- llamado simplificación registrada, lo que significa que el empleador no tenga que hacer tantos trámites para poner en regla a un trabajador... esto no se cumplió. Exagerando, yo digo que el Ministerio de Trabajo tendría que hacerle estas gestiones.

¿Cree entonces que para las Pymes debería aminorarse la carga tributaria en la contratación y el despido de empleados o en las contribuciones a la seguridad social? u ¿opina que esto no es un aspecto importante para la competitividad del sector?
No deberían reducirse en el despido de empleados o de obreros. No hay empleados diferentes: no existen pequeños, medios y grandes. Son todos iguales. Uno, en todo caso, tiene que distinguir entre los desiguales que son las empresas, ayudándolas. Los medios que los busque el Gobierno... yo no soy tributarista, tampoco economista pero tengo conocimiento de lo que establece la Constitución Nacional y conozco las necesidades y los derechos de los trabajadores.
Respecto al tema de la competitividad, bajar los aportes a la seguridad social desfinanciaría el sistema como viene pasando con los aumentos no remunerativos, con las rebajas de aportes y contribuciones que vinieron de la mano de el ex Ministro (Domingo) Cavallo.
Es necesario ayudar a las empresas, no malversar los recursos de la seguridad social ni tampoco defraudar los derechos de los trabajadores porque tienen poco compañeros, para mencionar el caso de alguien que por ejemplo, trabaja en una pequeña empresa.

Si hacemos referencia a los sindicalistas... ¿cree que sufren una crisis de credibilidad, por parte de los trabajadores en general? Y si es así ¿cuáles son las principales causas que generan cierta desconfianza hacia los dirigentes gremiales?
Hay un menú de razones... la primera podríamos graficarla así: si usted va a un abogado y no le gana el juicio, se lo pierde, demora mucho, aunque no tenga la culpa el abogado y usted no se haya ocupado de conseguir los testigos por ejemplo, no va a volver nunca más a contratar sus servicios... con los sindicatos pasa algo así. No perdieron muchas cosas desde la dictadura militar en adelante y se agrava esto con el menemismo.
Durante el Proceso, el trabajador era consciente de que era imposible para los gremios obtener cosas. Tal es así, que en 1977 se dicta un decreto que hace caducar todas las afiliaciones sindicales obligando al que quiera una actitud activa de reafiliación, que finalmente fue superior al padrón preexistente.
Otro motivo tiene que ver con que, durante el menemismo hubo un sector sindical que se comprometió con el gobierno y se dividió. No todos tuvieron la misma actitud. Ahora, a partir de la unificación de la CGT empezamos a obtener resultados. Por ejemplo... salimos de diez años de ilegalidad con el Consejo de Salario mínimo convocado este año. Los gremios del MTA, con mi patrocinio letrado, hicieron un juicio de amparo contra el Estado en los últimos momentos de (Carlos) Menem como Presidente, reclamando que se convoque y el Gobierno se comprometió a convocar pero mintió como solía hacerlo... pero salimos de la ilegalidad.
Por último, la misma desocupación hace que el trabajador tenga miedo de afiliarse o participar por temor al despido.

¿Piensa que hay suficiente democracia interna en la dirigencia sindical o cree que deben incluirse cambios en la legislación para volverlos más legítimos?
A la primera parte de su pregunta, creo que tiene que haber más democracia. A la segunda parte, la ley -que es perfectible- era a mi criterio... buenísima y no porque yo haya sido uno de los redactores pero asegura la libertad sindical y la democracia sindical. Fue distorsionada por la mayoría automática de la corte y por el uso abusivo del Ministerio de Trabajo, pero la ley en sí es buena y perfectible como toda obra humana. Hay que intensificar la democracia sindical interna y cuando hay corruptela en los sindicatos es porque el Ministerio de Trabajo lo permite.

¿Cree que las condiciones actuales en las que se encuentra el mercado laboral tenderán a mejorar o a profundizarse?
Tengo absoluta fe en la capacidad transformadora del movimiento obrero y del pueblo, asi que... a Dios rogando y con el mazo dando.

 

 


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