«La violencia escolar que tenemos
hoy es absolutamente inédita»

 
 
«Un pibe que está abandonado desde que nace y que no recibe una regulación de parte de un adulto llega a los ocho años con un descontrol interno que se lleva el mundo por delante; internamente siente que nada lo limita».
En el marco de una sociedad fragmentada, este fenómeno parece extenderse por todos los niveles sociales. En esta entrevista, el licenciado en Psicología Fernando Osorio analiza la situación.

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  Por MARIANA PERCOVICH

Una pila de bancos que se le caiga encima apenas traspase la puerta, un alumno que amenace con una navaja, insultos, robos, preservativos arrojados desde el fondo del salón. Todo eso puede encontrar un docente en el aula. Para el licenciado en Psicología Fernando Osorio, la violencia escolar actual es inédita y está en todos los niveles sociales. “Se da tanto en las escuelas de San Isidro como en las de Fuerte Apache”, afirma. En el medio de una sociedad fragmentada, las escuelas quedaron en el ojo de la tormenta. Ante la tarea de incluir a chicos que la mayoría de las instituciones excluye
-inclusive la familia- son escenario de múltiples conflictos en los que prima la agresión y la violencia. ¿Cómo intervenir? Con esa pregunta es convocado Osorio desde diversas escuelas.

¿De qué hablamos cuando hablamos de violencia escolar?
La violencia escolar es una construcción social. El concepto es bastante controvertido. A partir de un incremento geométrico de la violencia durante la última década se formalizaron muchos conceptos que hasta ese momento se tenían como parte de la agresividad de la condición humana. Entonces, la violencia fue tomada como una entidad a ser trabajada desde diferentes ámbitos: la justicia, el derecho, la psicología, la sociología. Hubo un cambio teórico porque la violencia que tenemos hoy es inédita, y las situaciones de violencia escolar son absolutamente inéditas: pibes que entran con navajas, armas al colegio y amenazan a los compañeros y docentes. Esto no se veía hace quince años atrás. Entonces, cambiaron las teorías porque cambiaron los individuos y la sociedad. Yo diría que la peor herencia que tenemos del menemismo es una alteración de los valores. La educación como valor y como posibilidad de ascenso social se perdió. Por ejemplo, si hace veinte años un pibe quería trascender en la escala social lo primero que se le ocurría era estudiar, y también era lo primero que se les ocurría a los padres, mandarlo al colegio, a la facultad para que tenga un título, pueda trabajar y progrese. Para los chicos eso ya no existe. Entonces justificar el encierro de seis, ocho horas en un colegio es mucho más difícil, porque los pibes te preguntan: ¿para qué estudiar?

¿Cuáles son los casos de violencia escolar que más lo sorprendieron?
Uno ya casi no se sorprende con nada. La violencia está en todas las escuelas: públicas, privadas, de muy buenos recursos económicos, de bajos recursos, marginales, escuelas perdidas en la lontananza y bien ubicadas. Las situaciones de violencia, agresión y consumo de drogas no respeta ningún estrato social ni económico. Donde uno sí puede advertir diferencias es en el tipo de agresión. En las escuelas de niveles sociales altos la prepotencia y la impunidad con que se manejan los pibes es mayor. En las escuelas de barrios carenciados la misma situación de violencia es representada de otra manera, la actitud que tienen los pibes frente a la palabra del adulto es completamente diferente. Los chicos de bajos recursos siempre esperan que el adulto tenga una palabra que sancione, que contenga, que inspire respeto, mientras que en los pibes que tienen mucho acceso al consumo es tanta la impunidad con la que viven que en general no confían y tienen un descrédito absoluto en la palabra del adulto. Entonces, uno ve situaciones de agresión y de violencia y de consumo de drogas en todos los estratos sociales pero la cualidad del encuentro con el pibe es diferente, en general los chicos de bajos recursos tienen más apertura a escucharte y tienen argumentaciones de por qué les pasa lo que les pasa y por qué hacen lo que hacen. En cambio, cuando voy a asesorar a escuelas de San Isidro, Vicente López, Olivos, me encuentro con un nivel de negación por parte de los chicos que sorprende.

En los medios de comunicación se asocia la violencia escolar con pobreza y condiciones socieconómicas difíciles...
Todas las legislaciones que se armaron en torno a minoridad tuvieron una tendencia a criminalizar a los niños pobres. Hasta cuando se formalizó en 1919 la Ley Agote, la primera que iba a contemplar a la minoridad en la Argentina y que se preguntó qué vamos a hacer con los pibes, la respuesta fue encerrarlos, encerrarlos en institutos de menores. El contexto social de esa ley fue el de la semana trágica. Uno de los argumentos que utilizaron fue que en la avanzada de las manifestaciones obreras había pibes que rompían todo a su paso. Pero lo que no explicaron es que esos jóvenes estaban ahí porque también estaban en las fábricas siendo explotados, salieron a las calles como obreros. Entonces, desde que existe una ley en relación a la minoridad, la infancia abandonada estuvo asociada a la delincuencia. Son años de meterle en la cabeza a la gente que los pobres son delincuentes.

¿Cuál es la relación entre violencia escolar y violencia familiar? ¿La escuela es una caja de resonancia de la violencia familiar?
Posiblemente sea una caja de resonancia pero todas las instituciones siempre tienen un agregado de violencia. El tema es ver cómo llegan los pibes a esas instituciones. Uno de los orígenes de la violencia extrema tiene que ver estrictamente con la crianza: con qué referente legal interno tiene el chico, es decir si hubo alguien
- aunque sea un tío, un primo, alguien significativo para ese pibe- que en sus primeros años de vida haya controlado sus impulsos normales, le haya puesto límites. Cuando un nene de dos años llora y patea porque no consigue algo en el momento en que lo necesita es porque todavía no tiene internalizada una ley que dice: esto esa bien, esto está mal, esto se puede, esto no se puede. En los primeros años de vida, los límites se construyen en relación a un adulto. Un pibe que está abandonado desde que nace y que no recibe una regulación de parte de un adulto llega a los ocho años –y al aula- con un descontrol interno que se lleva el mundo por delante, internamente siente que nada lo limita. Y, ¿de dónde le viene el límite después? Palo por la cabeza, la policía, el encierro.

En un artículo hacía referencia al déficit de padres...
El déficit de padres tampoco respeta clases sociales, hay gente en una buena posición económica que no le da atención a sus hijos. Algunos padres se quejan de que el chico está todo el día mirando televisión o con la computadora. En esos casos yo les pregunto: ¿Usted le ofrece alguna otra cosa? Porque si nunca le ofreció nada, es probable que el pibe tome eso como único recurso. Por otra parte, las condiciones sociales de este país- la corrupción, la impunidad, la falta de justicia- han sido un caldo de cultivo para en chicos con déficit de padres generar delincuentes. Pero no porque haya una relación directa entre pobreza y delincuencia. Porque en realidad el déficit de padre lo puede padecer un pibe
de cualquier clase social. Los narcotraficantes tienen guita... Ahora, las consecuencias de ese déficit de padres en un punto van a ser distintas para el chico de clase media y alta que para el de clase baja. Por el chico con recursos siempre va a haber alguien que reclame -se lo quiera más o se lo quiera menos- pero alguien de clase media no va dejar que su hijo esté encerrado en el instituto de menores. Si al juez le cae el caso de un pibe de bajos recursos por el que nadie reclama, va adentro, lo interna, no lo piensa mucho. En cambio cuando tiene uno por el que tiene a la familia adentro del juzgado y a la madre golpeándole la puerta y gritándole, se fija si tiene obra social y lo manda a cumplir con determinado tratamiento. No hay internación. ¿Por qué? Porque siempre hay alguien que va a reclamar por ellos, pero no es que cometen menos delitos.

Según una encuesta reciente 7 de cada 10 docentes sostiene que la violencia va en aumento...
Los docentes están muy asustados.

¿El tema está suficientemente debatido y trabajado en las escuelas?
Se insiste mucho en que los docentes no tienen capacitación, por más que vos capacites intelectualmente a un docente, el nivel de violencia con el que se encuentra es inédito. La realidad es que el docente tiene muy poco para hacer si no tiene un marco regulatorio que lo apoye.

¿Qué apoyo piden los docentes?
Los docentes piden primero un apoyo normativo. Ahora en las escuelas es muy difícil sancionar a los pibes, y además la sanción no tiene que ser expulsiva, porque si se lo expulsa no resuelve ningún problema. Entonces es muy difícil encontrar un proceso de mediación. Y cuando se eliminan las amonestaciones los docentes sienten que perdieron un recurso. Ahora se habla de los Acuerdos de Convivencia, cada escuela tiene que establecer uno, pero si eliminan las amonestaciones en realidad los docentes sienten que el acuerdo de convivencia los desestructura, no les permite hacer absolutamente nada y no tienen ningún apoyo cuando tienen que sancionar a un pibe. Inclusive los inspectores se sienten muy solos, porque, ¿cuál es el planteo? Los pibes van a la escuela a comer. “¿Para qué estudiar historia, geografía, para qué me va a servir?- dicen- si lo que yo quiero conseguir lo robo y lo tengo”. Las escuelas tienen que generar los Acuerdos de Convivencia en situaciones de asamblea, los pibes tienen que participar, si no es decir de manera eufemística “sí tenemos Acuerdos de Convivencia” pero los pibes no saben de qué se está hablando.

 

 


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