Un monstruo horrible que ya hizo de las suyas
vuelve a las pantallas, pero esta vez con alguna justificación
del estilo de las leyendas populares. Cada 23 años, una criatura
abominable, mitad Freddy Kruger y mitad murciélago a quien le
pagaron bastante con una escoba, despierta de su hibernación
y sale a alimentarse. El tema es que se alimenta de los órganos
arrancados de seres humanos vivos.
Un grupo de adolescentes, que se dirige a un paseo campestre en micro,
tiene la desventura de que su vehículo se descomponga en medio
de la ruta, el día en que el monstruo se despierta con hambre.
Pero no sólo eso. El bicho malvado ya había hecho de las
suyas en los maizales de un campesino, llevándose atrapado en
sus garras a su pequeño hijo. El pueblo entero se embarca en
una lucha para terminar con el monstruo, algo bastante difícil,
por cierto.
Más allá de algunas escenas algo forzadas, un defecto
de la que hace gala también la primera película, es una
propuesta atractiva para los que gustan del género de terror.
Como la primera, está dirigida por Víctor Salva, aunque
en aquella versión del año 2001 contó con la complicidad
de Francis Ford Coppola, el gran maestro del suspenso que permitió
que el afiche llevara su crédito. Ahora se verá si las
enseñanzas del director de “Drácula” tuvieron
germinaron como corresponde en el credor del murciélago