Primera parte de la historia de un
patriarca que luchó superando penurias por el futuro de sus hijos.
Don José Enríquez en el año 1910 llegó
a la ciudad de Buenos Aires procedente de la Provincia de Zamora,
España. Desde Buenos Aires se trasladó a La Pampa, al
pueblo de Jacinto Aráuz para trabajar en la cosecha. Coser
bolsas para guardar el trigo fue una de sus primeras tareas.
Un destino en el horizonte
Trabajador incansable, decidió buscar nuevos horizontes en
Punta Alta, cerca de Bahía Blanca, donde conoció a doña
Consuelo Carrasco, oriunda de Salamanca.
Luego del “flechazo” José en 1914 desposó
a Consuelo y los recién casados partieron rumbo a la ciudad
de Mendoza, en la lejana cordillera de los Andes.
En ese nuevo destino se dedicó a la agricultura pero varias
de sus plantaciones fueron castigadas por terremotos, tormentas de
granizo y piedra. En Mendoza nacieron los tres hijos mayores María
Josefa, Florencia y Miguel.
La desazón por las condiciones hostiles de la región
hizo que, nuevamente, José fuera en busca de nuevos horizontes.
Consuelo tenía un primo, Eugenio Carrasco, propietario de un
tambo en la zona de la Confluencia. Hacia allí partieron en
el año 1921, haciendo el trayecto Mendoza-Bahía Blanca
y desde allí en tren hasta Neuquén. Llegaron con Miguel
que era chiquito, Pepita y Florencia a otro lugar desconocido de América,
Neuquén, para radicarse en Colonia Valentina.
Con don José Díaz Navarro fue socio en una chacra ,
pero nuevamente la hostilidad del clima, piedra y granizo, acabaron
con el esforzado trabajo durante la primera temporada. Otro fracaso
se dibujaba sobre la vida del inmigrante español. Esa circunstancia
lo hizo tomar la decisión de no trabajar más la tierra.
José toma la iniciativa de comercializar frutas. En ese intento
se relaciona con el Dr. Alberto Plottier y decide, en compañía
de sus hijos, levantar la producción de ese año en la
chacra del recordado pionero. Luego de la cosecha, José abre
su primer negocio ubicado en Avenida Olascoaga entre Mitre y Perito
Moreno.
Nace la familia neuquina
A partir de ese momento, cambia su suerte y con su familia forma la
sociedad “José Enríquez e hijos” que funcionaba
en un galpón de las calles Jujuy y Juan B. Justo.
La familia se sigue agrandando y Consuelo le da seis hijos neuquinos:
Norberto, Honorio, Manuela, Manuel, Esteban y José.
Su hijo Manuel recuerda que tenía sólo cinco años
cuando su padre, que tenía un Ford modelo T, los llevaba a
lo de Plottier a las cinco de la mañana para cosechar uvas,
cerezas y frutas de carozo.
En busca del progreso José con Juan Gortan en una chacra de
Centenario abre un secadero de frutas y su hijo Miguel se radica en
esta localidad en la década del ’40.En 1948, Miguel que
ya había cumplido treinta años, empieza a empacar en
una enramada que, años más tarde se convertiría
en una planta de empaque y frigorífico. José en Neuquén
mantenía un comercio de ventas al por mayor y menor en la calle
Sarmiento 74, en el corazón del centro comercial de la capital.Norberto,
Honorio y José deciden radicarse en Buenos Aires para comercializar
frutos de la región a gran escala.
Por un futuro mejor
Herederos de la estirpe de trabajo, crecimiento y progreso decidieron
continuar agrandando el humilde “mercadito” con el que
José comenzó para darle un cambio a su vida y al futuro
de sus nueve hijos.
Florencia fue durante años la “mano derecha” del
pionero ya que la jovencita había aprendido contabilidad, antes
de que hubiera un secundario en Neuquén, y le llevaba los libros
y comandaba la administración del negocio familiar. Casada
con el porteño Félix Mourelle, participó de otro
emprendimiento que fue la apertura de un aserradero en la localidad
de Centenario, del que luego se hace cargo Esteban, el menor de los
Enríquez. Años más tarde, en 1961, la firma se
convierte en “Enríquez, Grisanti y compañía”
a la que posteriormente se suman don José Buttá, Antonio
Pirri y Guido Grisanti para crear “Moño Azul”.
En esta empresa su hijo Honorio ocupó la presidencia del directorio
por más de dos décadas hasta el año 2000; ahora
su hijo Germán es el vicepresidente y dos de sus primos son
directores.
El sueño de Manuel
Uno de los hijos menores, Manuel, dirigía la zona de Vista
Alegre-Campo Grande .En el año 1973 logró el apoyo de
su padre para poner en marcha un proyecto que en esos años
era considerado una locura, que consistía en producir manzanas
y cerezas en el altiplano ubicado sobe la ruta que va al lago Mari
Menuco. En esa localidad la empresa posee siete mil quinientas hectáreas
en las que se han plantado miles de semillas. Don José como
prueba de confianza y amor por Manuel fue quien plantó el primer
cerezo.
En la actualidad, una de las calles de Neuquén a la altura
de la Calle San Martín 2350 lleva el nombre de Don José
Enríquez. Gran homenaje a este pionero que le dio a la capital
nueve hijos, veintitrés nietos y cuarenta y seis bisnietos.
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