Río Grande, Gatica y el Municipal
fueron los sitios que mayor cantidad de gente concentraron.
Neuquén > No fue de las jornadas más
calurosas de los últimos meses. Ni siquiera de las últimas
navidades. Sin embargo, familias, amigos y enormes grupos de adolescentes
desvelados poblaron ayer los tres balnearios de la ciudad para pasar
Navidad, descansar junto al río y, de paso, recuperar el sueño
perdido a la sombra de los árboles.
Tal como se esperaba, los balnearios Gatica, Río Grande y Municipal;
junto a los clubes apostados sobre la calle Río Negro, fueron
el destino de todos los neuquinos que a media tarde habían
desaparecido de la ciudad, cuya postal desierta no se asemejaba en
nada al movimiento habitual de una localidad de 200 mil habitantes.
La temperatura máxima se registró entre las 17 y las
18, y fue de 26.6 grados. Templada si se la compara con los 37 grados
que se hicieron sentir en la Navidad de 2003, aunque suficiente para
empujar a los neuquinos a brindar al calor distante de un chivo –en
algunos casos, como en el Gatica, más de uno- de un asado o
simplemente entres mates con churros y berlinesas.
Postal típica
Los bañistas se congregaron en su mayoría en los balnearios
Municipal y Río Grande. En el primero, la postal fue la típica
reunión familiar en cercanías de una parrilla o en las
escalinatas que terminan sobre el curso de agua, donde los más
chicos se pasaron casi toda la jornada. En el restante, la escena
estuvo dominada por adolescentes, quienes se apiñaron en el
escaso ancho de playa existente entre el río y la calle Democracia.
Allí tomaron -mate y/o cerveza-, jugaron a las cartas, vociferaron
anécdotas de la larga noche anterior y, por supuesto, no evitaron
el clásico juego de mirar y ser mirados.
Cerca de allí, la calle Río Negro se había convertido
en una peatonal de facto: gente que iba y venía desde el Río
Grande a los clubes, dificultando el tránsito a los automovilistas
que se empecinaban en dejar su vehículo al lado de la playa.
La contracara fue el Gatica. Allí, la concentración
de neuquinos por metro cuadrado fue menor, por dos razones: porque
se trata de las zonas que cuenta con la mayor y más extensa
costa de río, y porque muchas personas directamente optaron
por no concurrir ante la duda de que el Gatica continuara cerrado
debido a la crecida del río. En rigor, el caudal del agua había
bajado lo suficiente como para disfrutar de la tarde con tranquilidad.
El Limay, un cauce más seguro
Neuquén
> A simple vista se nota que en los tres balnearios capitalinos,
el río Limay se encuentra en un nivel más alto que el
promedio registrado en la anterior temporada estival. De todas formas,
los guardavidas aseguraron que el río se encuentra en un buen
nivel como para ser disfrutado.
A pesar de ello, los guardavidas del balneario Gatica que están
apostados en el ingreso a la Isla Verde tuvieron ayer mucho trabajo
. Es que el codo del brazo del Limay que está ubicado en ese
lugar esconde un correntoso y profundo pozón que arrastro a
varios niños –y algunos adultos- que debieron ser socorridos,
aunque por fortuna nadie salió lastimado.
Donde sí hubo problemas fue en una zona del río Neuquén
que no está habilitada como balneario, y en la que un niño
debió ser rescatado por personal de Bomberos.
El hecho ocurrió en la costa ubicada al final de la calle Figueroa,
cuando un gomón de los Bomberos logró rescatar a un
chico que era arrastrado por la corriente. Una vez que fue puesto
a salvo en la costa, una ambulancia lo derivó al Hospital Castro
Rendón para su atención.
Un operativo especial de seguridad
Neuquén
> Ante la previsión de que muchos neuquinos los
que se volcarían a los balnearios, se montó ayer un
operativo de seguridad entre la Municipalidad, Policía, Bomberos
y Prefectura para garantizar la integridad de quienes optaron por
pasar la Navidad junto al río.
Los gomones de Prefectura y de Bomberos fueron los encargados de patrullar
las aguas del Limay, mientras que los policías trabajaron en
coordinación con las fuerzas de seguridad para prevenir cualquier
tipo de inconvenientes.
La ciudad lució desierta
Neuquén
> Restos de petardos, cañitas voladoras y algún
que otro envase de sidra roto fue lo único que pudo verse ayer
por la tarde en el centro de la ciudad, en particular en la zona del
Bajo.
Ni siquiera la aparición repentina de un colectivo de Indalo
–aparecían muy de vez en cuando- logró romper
la calma chicha que invadió a Neuquén entre el mediodía
y las 18.00.
La calle Sarmiento parecía salida de la geografía de
un pueblo fantasma. Recién cuando el sol bajó el centro
recobró algo de vida: abrieron los bares, cafés y heladerías,
los artesanos se instalaron sobre el boulevard de avenida Argentina
y la gente comenzó a desandar las veredas que minutos antes
parecían más anchas que lo habitual. |