Fue funcionario de la Secretaría
de Deportes de la Nación, durante la gestión de Roberto
Perfumo, y asegura que en Argentina no existe planificación.
Cipolletti > Diego Armando Maradona
dijo alguna vez que, de un día para el otro, lo habían
sacado de Villa Fiorito, para ponerlo en la cima del mundo, sin explicarle
cómo debía manejarse. Todavía algunos se atreven
a evaluar sus decisiones.
Luis Alberto Nicolao conoce a la perfección ese lugar reservado
para elegidos y su presente provocaría la aprobación
inmediata de cualquier madre o abuela.
Unico nadador argentino en registrar una marca terrenal suprema, 1962
lo consagró como el nadador más veloz del planeta, en
los 200 metros mariposa.
La conjunción de sacrificio, condiciones naturales y entrenamiento
le valieron oportunidades envidiables para un deportista sudamericano
de su época.
Y sin perder la memoria, recuerda el contexto deportivo argentino
por aquellos años: “El profesionalismo era una palabra
prohibida y había que entrenar de madrugada para que no te
extraditaran”, recuerda este porteño de 60 años.
¿Cómo es eso?
Tal cual lo relato. Vivir para el deporte era una aventura que podía
costarte la exclusión de muchas cosas. Mientras el mundo avanzaba,
nosotros desconocíamos sistemas de entrenamientos y competíamos
en inferioridad de condiciones, como ahora, sólo que ya no
existe ese prejuicio con el profesionalismo.
¿Cómo fue llegar a EE.UU para estudiar y nadar?
Al regreso de los Juegos Olímpicos de Tokio (1964), en la escala
del avión en EE.UU me hablaron para irme. Pude elegir entre
varias becas y me incliné por la Universidad de Stanford. Cuando
llegué me dijeron: “Usted accedió a este lugar
por intermedio del deporte, pero si de acá en más prefiere
estudiar y dejar de nadar puede hacerlo sin problemas”.
Sorprendido ante semejante oportunidad, no descuidó
ningún frente. Terminó sus estudios de Ciencias Políticas
y se convirtió en campeón nacional estadounidense de
natación.
Veinte años de desarraigo y una enfermedad terminal de su padre
lo trajeron de regreso a la Argentina. En el ámbito privado
tuvo éxito en Mar del Plata, donde se radicó hace más
de dos décadas.
Con la llegada de la era “K”, Roberto Perfumo pensó
en él como dirigente para le Secretaría de Deportes.
Una aventura que duró sólo 11 meses y se terminó
antes de Atenas.
¿Por qué se terminó la conducción
de Perfumo?
Porque no lo dejaron hacer. Porque el clientelismo político
que Roberto (por el. ex “Mariscal”) rechazaba no era bien
visto por los jefes de este país, y en el año de los
Juegos Olímpicos cortaron los subsidios a los deportistas.
Encima tienen la suerte de toparse con un señor como él
que guardó silencio.
¿Lo veía como un buen Secretario de Deportes?
Uno en la vida puede tener dos cualidades: saber o no saber, pero
si el que no sabe se rodea de gente capaz tiene más probabilidades
de llegar al éxito que cualquier otro. Perfumo era de esas
personas, y sobre todo muy honesto.
Desde adentro, ¿cómo se ve al deporte argentino?
Sin planificación. Para dar un ejemplo, China viene trabajando
desde 1970 pensando en los Juegos del 2008. Hicieron infraestructura,
capacitaron entrenadores, compitieron internacionalmente y en Atenas
dieron una pequeña muestra. En los próximos no se les
acerca nadie. Acá no se ve eso, todos quieren inventar atletas,
sacar resultados. Se necesita grandeza dirigencial para pensar de
esa manera, talento deportivo es lo que sobra.
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