Un campeón de atrás para adelante

 
 
Todos pusieron lo suyo. Si bien la defensa leprosa fue casi infranqueable, los volantes y los delanteros tienen gran mérito en la obtención de este título.
Newell’s basó su campaña en una sólida defensa respaldada por un arquero soberbio. Además a eso se le sumó la habilidad de Américo Gallego para mechar pibes del club con jugadores de experiencia.


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  El conjunto rosarino recibió sólo once goles en contra y fue el equipo con la valla menos vencida.

Rosario, (Telam) > Newell’s obtuvo el Apertura 2004 apoyado en su defensa, dentro de una formación que combinó juventud con experiencia en puestos clave y que se gestó con una táctica simple que permitió acelerar la adaptación de los futbolistas.
La Lepra, que apenas convirtió 22 goles en 19 encuentros, recibió sólo 11 y mantuvo su arco en cero en 10 presentaciones, cifras que demuestran el equilibrio que logró entre defensa y ataque.

Triángulo de las Bermudas
El triángulo defensivo que conformaron el arquero y los dos centrales fue fundamental para garantizar esa solidez defensiva.
La sobriedad de Justo Villar y la complementación entre Julián Maidana y Sebastián Domínguez permitieron a Newell’s planificar los ataques a partir de la seguridad en el arco propio.
A la inagotable cantera del club, Gallego incorporó jugadores con rodaje que conformaron la columna vertebral y absorbieron la presión de pelear el título.
Los mencionados Villar y Maidana, más Ariel Zapata (fue el reemplazante de Rosada en el puesto de «5» y hasta actuó como zaguero), Rubén Capria y Ariel Ortega aportaron la dosis de experiencia indispensable para aspirar al título.
Gallego apeló al tradicional 4-3-1-2, tal vez el dibujo más fácil de interpretar por los futbolistas, en el que la característica de juego de Ré, marcador central natural ubicado como lateral izquierdo, posibilitó que el equipo pase de actuar con línea de cuatro a hacerlo con tres en pleno partido.
Otro jugador que permitió que la táctica de Newell’s se flexibilice fue Marino, quien surgió como enganche, pero que se destacó en este equipo como volante izquierdo, con capacidad para llegar al gol. Los rosarinos, que marcaron goles en 13 partidos, transformó el defecto de no contar con un delantero de área en la virtud de no ofrecer referencias a los defensores rivales, con lo que logró sorprender.
Patrón del mediocampo en su época de jugador, Gallego comprendió que para demostrar pretensiones no es recomendable disponer el mentado doble cinco, sino que basta con uno para ejercer la función que marca el equilibrio del equipo.

 

 


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