En un hotel de Rosario de la Frontera, en la
provincia norteña de Salta transcurre “La niña santa”,
el segundo trabajo de la talentosa realizadora argentina Lucrecia Martel.
Se trata de la vida de Amalia, una joven con inclinaciones místicas
que quiere descubrir la misión para la que ha sido llamada, desvelo
común a no pocas muchachas sacudidas por la influencia temprana
del fervor religioso.
Pero la tensión subyace y el cronómetro que acusa los
minutos faltantes para que estalle la bomba se detiene en el momento
más álgido, donde el clímax sería, justamente,
la resolución del conflicto.
La correspondencia entre lo místico y lo erótico, la privacidad
y el incesto, la pulsión vital de los adolescentes y la pasión
enardecida ataviada de sosiego son para Martel lo que el agua para el
pez. Además, la película está acompañada
de grandes actuaciones, entre las que se destacan las de Alejandro Urdapilleta,
Carlos Belloso, Mercedes Morán y la propaia María Alché.