|
Un ramillete de recuerdos de los años
cercanos a la fundación de la nueva capital del Territorio. Vida
y milagros del inmigrante llegado desde Palestina en busca de un futuro
para su joven familia.
En su departamento del centro de la ciudad, Víctor Eddi recuerda
la epopeya de sus padres. Heredero de una estirpe de pioneros que
se radicaron en Neuquén en los años difíciles,
cuando la naturaleza se imponía con fuerza sobre los hombres,
mantiene vivos los recuerdos junto al afecto de su esposa Elena y
de sus tres hijos Roberto, Ricardo y Julia.
Comienza la leyenda
En el año 1913, el peluquero don Jacobo Eddi llegaba a la joven
ciudad de Neuquén. Venía con su esposa Julia Zerahia
en largo viaje desde el pueblo de Roshpirvá, Palestina. La
bella Julia tenía apenas catorce años cuando se casó
con el apuesto peluquero que recién había cumplido los
dieciocho.
Jacobo, al margen de ser un artista en el manejo de peines y tijeras,
antes de recalar en Neuquén ya conocía casi toda la
Argentina, desde Ushuaia hasta el límite con Bolivia, dedicado
a la venta de relojes y prendas de vestir.
Finalmente, decidió radicarse junto con sus hermanos Arón
y Salomón en la capital del territorio.
En la calle Sarmiento 36 abrió su primera tienda, a la que
llamó Baratillo Eddi, un día de noviembre del año
1918. En ese mismo lugar había funcionado la Joyería
Rosenblat, una de las primeras de la ciudad. Ochenta y seis años
atrás don Jacobo fundaba su tienda y, en la actualidad, su
nombre continúa iluminando la comercial calle Sarmiento: Tienda
Eddi, pero con otro propietario, don Pedro Cravchik.
Don Jacobo y Julia formaron una gran familia. Los hijos mayores Raquel,
Fortunata, Esther y Felisa fueron alumnos de la Escuela Nº 2,
mientras que los menores Rafael y Víctor (nacido en 1921) concurrieron
a la Escuela Nº 61.
De aquellos lindos años de la infancia y la adolescencia, Víctor
recuerda a sus amigos: Ambrosio, “Chichi” Cipriano, Marcial,
“Chicho” Rosa, Armando Álvarez y Norberto Enríquez.
“Íbamos a jugar al fútbol al campito que estaba
ubicado frente al ferrocarril -memora Víctor-, cuando vino
la crisis del ’30 nos fuimos a Buenos Aires. Allí estudié
en el colegio Mariano Moreno, de la avenida Rivadavia y Billinghurst,
y después que terminé el secundario tuve que hacer el
servicio militar. Me tocó el Regimiento 2 de Infantería,
y me encontré allí con otro neuquino, Jorge Wilfredo
Celoria, con quien sellamos una amistad para toda la vida.
Las andanzas de Cupido
«En esos años, yo era apoderado de una de las hijas de
una familia amiga de Neuquén, los Darmún -relata Víctor,
con una amplia sonrisa-. Esa hija de los Darmún era Elena,
con la que finalmente me casé en el año 1948. Mientras
ella estudiaba en el colegio Guido Spano de Buenos Aires, para recibirse
de maestra, yo era el responsable, representaba a la familia. Y al
final terminamos formando la misma familia”.
En Buenos Aires nacieron los hijos mayores, Roberto y Ricardo. Con
ellos regresaron a Neuquén y Víctor se hizo cargo del
comercio familiar, la famosa y recordada Casa Darmún.
Atrás quedaba su experiencia en importantes comercios de la
Capital Federal, como la Sedería Ideal, ubicada en la intersección
de las avenidas Triunvirato y Monroe, o la Sedería Sucre, ubicada
sobre la calle del mismo nombre a metros de la avenida Cabildo. “Vivimos
en el barrio de Belgrano, en la calle Amenázar 2332, después
nos mudamos a Ciudad Jardín de Palomar, en la bellísima
calle Paraíso 701, detallan Víctor y Elena. Pero, el
terruño neuquino pudo más, y regresamos a la ciudad
que tanto amamos y aquí nació Julita, nuestra hija menor”.
Elena Lela Darmún trabajó como maestra en la Escuela
Nº 61 cuando su director era el renombrado señor Bonet.
De su paso por la Escuela Nº 2 recuerda entre sus compañeras
a las señoras de Chaneton, de Montiveros, de Brun. En la Escuela
Nº 121, bajo la dirección de Ernestina Eremita, fue una
de las primeras docentes efectivas, junto con Teresita García,
al igual que en la Escuela Nº 118, bajo la dirección del
señor Focaccia.
Al margen de la intensa actividad comercial, Víctor tuvo siempre
una fuerte inclinación por las relaciones sociales y un ánimo
netamente progresista. Fue presidente del Club Independiente y miembro
de la comisión directiva desde el año 1960. Fue también
miembro del Rotary Club, director asesor del banco Los Andes de Mendoza,
miembro de la asociación Hotelera de Neuquén, miembro
de ACIPAN, socio vitalicio del Club Biguá y, como si esto fuera
poco, socio co-fundador de Canal 7 Neuquén. “Recuerdo
las primeras reuniones para hacer realidad la televisión en
la ciudad. Recuerdo a Riavitz, Pianciola, Tiracchini, Sánchez,
Fabbani, Masciovecchio y Julio Falleti (padre)”.
Visión de futuro
“En 1964 me independicé de las tiendas familiares y compré
una propiedad para abrir una tienda sobre la avenida Olascoaga al
200, donde antes estaba El Rey del Envasado, recuerda Víctor.
“Allí comencé con El Rey de los Pantalones, era
un local muy grande con la casa donde vivíamos ubicada en la
parte posterior del terreno. Después abrí otro local
en Olascoaga 219, que se llamó Lencería Juli, y después
abrí “Ella, medias”. Mientras tanto, empezamos
a construir el Hotel Cristal, que inauguramos, con diez habitaciones,
el 14 de enero de 1966. Años después le compramos un
terreno a Remigio Bosch -relata Víctor- y continuamos con las
ampliaciones hasta la actualidad, que se ha convertido en un moderno
hotel céntrico, a metros de la multitrocha.”
Los tres hijos de Víctor continuaron su vida en la ciudad a
la que llegaron los abuelos en los años en que la población
no superaba los dos mil habitantes. Roberto es contador, Ricardo se
recibió de arquitecto y Julia de licenciada en Sistemas. Los
tres hicieron los estudios primarios en las escuelas N º 61,
Nº 2 y Gral. San Martín. Ricardo fue uno de los primeros
egresados de la ENET N º1, cuando funcionaba en el edificio de
la calle Láinez y Roberto se recibió en el Colegio San
Martín cuando estaba ubicado en la calle Santiago del Estero.
A Julia le tocó la “época de oro”, ya que
hizo sus estudios primarios y secundarios en el nuevo edificio del
Colegio San Martín ubicado sobre la avenida Argentina y Ameghino.
Víctor recibió, semanas atrás, la medalla y el
diploma que lo acreditan como “Antiguo Poblador” en la
ceremonia promovida por la asociación Raíces Neuquinas,
y con todos los honores. Un auténtico representante de la generación
“nyc” que eligió para su futuro la ciudad de sus
amores, donde comparte los mejores momentos con su esposa, hijos y
siete nietos, Maximiliano, Solange, Brian, Jordana y Constanza, Demian
y Alan, y dos bisnietos, Nicolás y Pilar Eddi.
|
|