Ayer comenzó el entierro de
los muertos. Las principales autoridades de la Iglesia Ortodoxa pidieron
a los familiares y al pueblo ruso «valor y unidad» para
superar el momento de dolor».
Moscú
(Ansa) > Los habitantes de Beslan comenzaron a enterrar
ayer a algunos de los 338 muertos en la matanza del viernes pasado
en la escuela de Osetia del Norte, donde un comando mantuvo secuestrados
a más de mil rehenes durante 53 horas, y las autoridades aseguran
que permanecen desaparecidas otras 200 personas, la mayoría
de ellas niños.
Algunas cruces improvisadas fueron erigidas hoy en Beslan ante 21
tumbas, donde se enterraron 22 cuerpos. Dos hermanitas fueron inhumadas
juntas.
Un largo cortejo de mujeres llorando, madres con fotografías
de sus hijos acompañaron los ataúdes hasta el cementerio.
«Sean valientes, sean sabios. En la historia de Rusia hay muchos
ejemplos de momentos trágicos superados sólo gracias
a la unidad y la fuerza del pueblo», dijo el patriarca Alexis
II, de la iglesia ortodoxa rusa, en una misa celebrada por las víctimas
de Beslan, ante jóvenes reunidos en la capital por el festival
de la juventud creyente.
El gobierno ruso declaró duelo nacional para mañana
y pasado, en tanto circula en Moscú el llamado a una manifestación
para el martes ante la iglesia de San Basilio.
Mientras tanto cientos de personas continúan en la incertidumbre
porque no saben si sus familiares están vivos o muertos.
De acuerdo a un responsable del Consejo de la Federación, Oleg
Teziyev, citado por la agencia Interfax, son 191 las personas desaparecidas,
la mayoría de las cuales serían niños.
Las autoridades rusas indicaron ayer que los muertos en la escuela
habían sido 335, 155 de ellos niños. Del total, sólo
184 cuerpos fueron identificados.
El Ministerio de Salud de Osetia del Norte, comunicó, en tanto,
que las víctimas mortales eran 460.
En una entrevista exclusiva con el diario El Mundo, Visami Tutúyev,
director del Centro Kavkaz (sitio más influyente de información
del Cáucaso, alternativa a la oficial rusa), habló de
«una auténtica catástrofe» de 600 muertos.
Además, culpó al presidente ruso, Vladimir Putin, por
ordenar «el asalto del colegio y matar o herir a un total de
1.200 personas, prácticamente a todos los rehenes. Es un monstruoso
crimen contra la humanidad».
Costo político
Según la agencia rusa Interfax, el ministro del Interior de
la república de Osetia del Norte, Kazbek Dzantiev, se transformó
en la primera víctima política de la masacre, al presentar
su renuncia «por iniciativa propia».
El miércoles pasado, al iniciarse las clases en la escuela
1 de Beslan, un comando tomó como rehenes a unos 1.200 niños
y padres que se encontraban en la institución.
La polémica por el asalto
Hay discrepancia sobre las razones que desencadenaron la
masacre en la escuela ocupada.
Moscú (Ansa) > El médico pediatra
Leonid Roshal, que había sido solicitado como mediador por
el comando de secuestradores, dijo ayer que, tras recoger el testimonio
de numerosos sobrevivientes en el hospital de Beslan, llegó
a la conclusión de que hubo al menos una explosión antes
de que las fuerzas rusas asaltaran la escuela.
Los servicios de seguridad rusos (FSB) sostienen que la situación
se desmadró cuando el comando puso en peligro la vida de los
rehenes y obligó a las fuerzas especiales de la policía
a intervenir.
Este operativo fue ampliamente criticado por expertos internacionales
en terrorismo, quienes consideraron que Rusia priorizó la fuerza
antes que mantener negociaciones con los secuestradores, que llevaran
a una resolución del conflicto con la menor cantidad de víctimas
posibles.
Por otro lado, fuentes hospitalarias indicaron que los peritajes médicos
sobre cinco cadáveres comprobaron que esas personas, algunas
de ellas niños, fueron violadas.
La Cruz Roja rusa lanzó ayer un llamado urgente de materiales
para los hospitales de Beslan y Vladikavkaz, ambos en Osetia del Norte,
donde se encuentran los centenares de heridos.
La agencia rusa Itar-Tass informó que las autoridades entregaron
a las familias de las víctimas 43.000 rublos (1.500 dólares)
por cada fallecido.
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