Eximio jinete, visionario y emprendedor,
llegó a la ciudad con su esposa Danuta quien en la actualidad
administra un residencial ideado por su esposo. Arraigado en la región
sus hijos y nietos mantienen vivo el recuerdo de este hombre que vivió
movido por sus convicciones.
Hijo de Vicente Bernaciak y Leokadia Stanowska, Casimiro Bernaciak,
fue el segundo de tres hijos. Nació en Naleczow, Polonia, el
24 de septiembre de 1915.
A los trece años logró ingresar en el Cuerpo de Cadetes
de Caballería Nº 3 de la ciudad de Rawicz. . Posteriormente,
estudió en la Escuela de Oficiales de Caballería en
Grudziac para comandar el Regimiento de Caballería Nº
9 de Grajewo.
Se destacó como excelente jinete de saltos hípicos dentro
y fuera de su país. Como premio a su buen desempeño,
fue postulado para ser enviado a la Escuela Superior de Oficiales
del Ejército polaco.
En septiembre de 1939, los alemanes invaden Polonia y como integrante
de la División del general Kleberg participa en defensa de
su Patria. Tras un mes de ardua y desigual lucha, su División
fue la última en rendirse.
Prisionero de guerra
Las tropas alemanas lo tomaron prisionero a los 24 años.
Permaneció en el campo de prisioneros de guerra de Murnau (Alemania)
cinco años. Cuando lo liberaron, fue condecorado con la «Cruz
de Valentía», la «Cruz Virtuti Militari»
y trasladado a Italia.
Danuta Kugler, había sido trasladada a ese país, como
miembro del «Ejercito Clandestino de Mujeres Polacas».
Allí se conocieron y al poco tiempo su Capellán los
casó en la Catedral de Loretto.
A los pocos meses fueron trasladados a Inglaterra, donde estudió
inglés en la Universidad de Cambridge y tomó cursos
técnicos que le servirían para emigrar con algún
oficio práctico a América. Decidió con su esposa
y primer hijo, Jorge Miguel (de 4 meses) partir hacia a la República
Argentina.
Salieron del puerto de Southampton y llegaron a Buenos Aires, en octubre
de 1948. Allí, un argentino de origen polaco, lo entusiasmó
a él y a dos de sus amigos, Stasio Andrzejkowicz y Jurek Szczuka,
a mudarse a Neuquén. Cuando arribaron a esta provincia, se
alojaron en el «Hotel Confluencia». Las señoras,
con su «new look» londinense se quedaron a los pocos metros
sin sus tacos, y con sus capelinas y guantes blancos llenos de arena…
El amigo neuquino
Afortunadamente, Armando Vidal, se ocupó de Casimiro
y su familia, ante la emergencia, les ofreció un rancho de
barro con aberturas y puertas tapadas con bolsas de arpillera para
pasar el primer tiempo. Allí convivieron por primera vez con
las chinches y las vinchucas
Todos trabajaban y con el tiempo, entre los tres amigos compraron
una vieja camioneta «Ford A» para vender frutas y verduras
en los distintos pueblitos de la zona
Posteriormente, Casimiro abrió una pequeña tapicería
en la calle Santa Cruz y luego se trasladó a la calle Félix
San Martín donde arreglaba asientos de automóviles y
fabricaba toldos.
Fue en ese entonces que por razones de salud de su esposa fue a ver
al Dr. Bensimón. Este médico le sugirió diera
clases de inglés, para mejorar sus ingresos, y comenzara con
él porque tenía que viajar a los Estados Unidos y necesitaba
saber los rudimentos del idioma.
El «Teacher»
Así comenzó una nueva etapa. Casimiro resultó
un excelente pedagogo, cada vez tenía más alumnos particulares.
Trabajó durante treinta años en diversos establecimientos
educativos: Cultural Inglesa de Neuquén, E.N.E.T. Nº 1,
Colegio San Martín, Escuela Nocturna N° 61, Escuela Nocturna
de la calle Perito Moreno, Colegio Don Bosco, Colegio Manuel Belgrano
de Cipolletti donde era conocido simplemente como «el Teacher».
Siempre con visión de futuro, le compró un terreno en
cuotas al representante de la «Nueva España» en
los arenales cerca de la «Boca del Sapo», hoy Barrio Santa
Genoveva. Gracias a un préstamo bancario construyó una
hermosa casa.
Después de algunos años se preocupó por el futuro
e inició el proyecto del «Residencial Inglés»,
que todavía administra su esposa Danuta, Ciudadana Ilustre
de esta ciudad, de 83 años de edad, conocida como la «señora
de las perritas blancas» por sus clásicos paseos con
sus «caniches toy».
Sus hijos estudiaron en la Universidad de La Plata: Jorge Miguel,
es médico, Eva Ana, es traductora pública y María
Margarita es profesora. Los hijos le dieron nietos: Andrés,
Sofía, Patricia, Juan Pablo, María Cecilia y Juan Marcos.
Casimiro también participó activamente en el Rotary
Club de Neuquén. La coronación de su vida fue dejar
una huella del paso de los inmigrantes polacos en la Patagonia. En
1996 inauguró el monumento a la República de Polonia,
construido sobre la Av. Olascoaga. Falleció el 10 de Julio
de 1996 mientras cabalgaba en su yegua «Mimosa».
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