Año del Centenario de la Ciudad de Neuquén

Los Masciovecchio, pioneros de la
ciudad, dueños del Hotel Confluencia

 
 
Años ’50. El gran hotel que formó parte del paisaje urbano neuquino. Ubicado en las puertas del “Alto”, avenida Argentina esquina Independencia.Auténtico símbolo del crecimiento y el progreso de la gran capital patagónica.
El 2 de octubre de 1918 con su esposa María Magdalena Modarelli y sus hijos Amanda, Raúl y Emma se afincan en la región.


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  Por Elsa Esther Bezerra (*)

Una historia de familia ligada a uno de los íconos de la histórica bella época de los primeros pobladores y pioneros de la ciudad.

Llegaron a esta avanzada del desierto en el año 1918, más precisamente el 2 de octubre. ¡Lo que habrán vislumbrado al desembarcar! Tal vez ...algo muy distinto a lo que habían forjado las ilusiones de esta joven pareja dispuesta a fortalecer un hogar recién constituido, y en busca de nuevos horizontes.

Formar la familia
Procedentes de la ciudad de Bahía Blanca, el matrimonio estaba formado por don José Masciovecchio, nacido en Italia en 1880 y por María Magdalena Modarelli nacida en Olavarría, Provincia de Buenos Aires en 1892.
Llegaron con sus hijos José nacido en 1910, Amanda en 1912, Raúl en 1914, Emma María en 1916 Delia en 1918 y aquí en Neuquén nace en 1920 Nélida (Nelly.)
¡Cuantos años tendrían que esperar para que la gran ciudad del sur diera el gran paso hacia el progreso! Seguramente no dejaron de añorar el país que había quedado en el pasado , pero su espíritu de aventura y progreso guiaba el camino , sus metas. Había que prepararse para que el esfuerzo comenzado fuera poco a poco venciendo obstáculos, saltando vallas para aportar con su trabajo ese granito de arena para contribuir al crecimiento y el progreso que fue el norte de los primeros pobladores.

Desde 1918
Se instalaron primero en 1918 en «El Rural», bar y hotel, situado en la calle Sarmiento N ° 32. Dos años de continua labor fue el galardón que en esos años difíciles se obtenía del trabajo . En el año 1920 la firma Casimiro Gómez, les arrienda el “Hotel Confluencia”, el mismo que ampliado y renovado se encontraba emplazado en avenida Eva Perón (hoy avenida Argentina) e Independencia. El mismo edificio que hacía las veces de vigía de la ciudad ya que se lo veía desde la estación del ferrocarril. El predio del hotel era grande, como la mayoría de los lotes en que se dividían las manzanas de la ciudad en los años de la llegada de los pioneros. Su ubicación iba desde la calle Independencia hasta la avenida Argentina y desde allí hasta la calle Buenos Aires y Rivadavia, siendo toda la manzana propiedad de Casimiro Gómez.

Ícono de la capital
El Confluencia era hotel, confitería y bar, contaba además con una sala para la proyección de películas. En 1928 se incendió debido a un accidente en la cabina donde se encontraban los rollos de celuloide, y el fuego se extendió por todo el local destruyendo gran parte de las instalaciones. En 1930, luego de la reconstrucción se reinaugura estrenando un gran almacén.
Era en esos años de oro el centro de reuniones sociales, el lugar elegido para tomar el té y también para ir a bailar. Reuniones familiares, cumpleaños, casamientos. Sitio donde se realizaban los grandes banquetes y lugar de alojamiento para funcionarios del Estado o personajes que visitaban Neuquén.
Era el lugar donde se hospedaban los viajantes que venían desde distintas provincias, profesionales que llegaban para recorrer estas tierras y también personajes extranjeros que pernoctaban en su paso hacia la región de los lagos.

Al ritmo de los tiempos
Fue elegido por los primeros petroleros que llegaban para realizar estudios en la región y buscar zonas de perforación para extraer el tan preciado “oro negro”.
Memoriosas, las hijas Delia y Nelly, recuerdan que los primeros petroleros no hablaban castellano y a ellas les llamaba la atención la vestimenta que usaban: botas y grandes sombreros texanos.
El hotel tenía luz eléctrica provista por un motor especial generador de energía. Desde allí se le daba luz a la capilla Nuestra Señora de los Dolores y al edificio del Chateaux Gris asiento de las autoridades del Territorio.
Delia, descendiente de este matrimonio, recuerda que también desde el hotel se le enviaba diariamente la vianda gratis al padre José María Brentana, cura párroco de la capilla, al que se lo recuerda como “Cura universal del Alto Valle del Río Negro y Neuquén”.

Trabajo y dedicación
Los veintiún años de incesante trabajo pasados en el Hotel Confluencia, se vieron plagados de inconvenientes que en un principio parecían insalvables, pero la gran capacidad de trabajo y el espíritu pionero de don José le permitieron superarlos. Su esposa María Magdalena, supervisaba cuidadosamente el funcionamiento del Hotel y viajaba a Bahía Blanca para comprar vajilla, ropa de cama, mantelería, toallas y todo lo necesario para el normal desenvolvimiento del hotel más importante de Neuquén. .
El Hotel contaba con un importante restaurante, con ciento cincuenta cubiertos, una gran cocina, vivienda para el personal y lavadero.
En la entrada ubicada sobre la avenida Argentina tenía bar, confitería y boite.
El Confluencia fue en su mejor época el más tradicional centro de encuentro de los viejos neuquinos y es una lástima que su edificación original no fue conservada, ya que marcó un importante hito en la historia de nuestra ciudad.
En 1940 don José se aleja de esta actividad para instalarse en lo que en la actualidad es la calle Yrigoyen 56, ( antes San Juan) donde construyó su casa con un amplio salón donde abre una gran despensa , “Confluencia”, con mercadería de primera calidad proveniente de Buenos Aires. Don José, que era un auténtico gourmet, elegía personalmente las mejores conservas y fiambres, sidras y champagnes, frutas secas y bombones, además de productos importados de España, Italia y Grecia para el selecto paladar de los primeros pobladores y sus descendientes.
A su actividad comercial se agrega su participación en actividades comunitarias, integró el Concejo Municipal ad honorem en 1928 bajo la presidencia de don Enrique Nordenstrom, formó parte del viceconsulado italiano en Neuquén y, entre otras actividades, fue miembro de la Sociedad Italiana. También don José fue concesionario de General Motors por más de veinte años en la misma dirección : Yrigoyen 26.
Junto con Javier Salvadó y Antonio Gula donaron al Estado Nacional las tierras en las que actualmente se levanta el edificio de Correo Argentino. Sus hijas Delia y Nelly recuerdan con nostalgia que estaba en exhibición, en el edificio citado, una gran placa en reconocimiento a los donantes de los terrenos. En los últimos años esta placa fue retirada y tanto Delia como Nelly opinan que sería un acto de justicia la restitución de ese bronce para ser ubicado en un lugar bien visible como reivindicación a esos primeros hombres que tenían una escala de valores donde predominaba el bien común.

(*)Miembro de la Junta de Estudios Históricos ce Neuquén.

 

 


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