París (Telám) >
A 33 años de su muerte, el emblemático cantante y compositor
Jim Morrison no puede descansar en paz, ya que su tumba en el cementerio
de Pere Lachaise es visitada por fans de todo el mundo en una ceremonia
que como desde 2001 no pudo cumplirse ayer, en la fecha exacta del deceso
del artista, ya que las autoridades decidieron cerrar las puertas de
la necrópolis.
La medida se efectivizó desde el 3 de julio de 2001 cuando la
visita de más de 20 mil personas terminó con violentos
enfrentamientos entre los seguidores del líder de Los Doors y
las fuerzas policiales.
El resto de los días, admiradores del mítico creador se
acercan constantemente y en gran número a la sepultura en la
que dejan inscripciones alusivas, beben, tocan la guitarra y dejan basura
entre la que habitualmente se encuentran jeringas y preservativos.
Ese legado de parte de los visitantes de James Douglas Morrison hace
que las autoridades -celosas de preservar la privacidad del lugar- evalúen
la posibilidad de solicitar a los familiares del vocalista que trasladen
sus restos a los Estados Unidos.
Hastiado de Los Ángeles, el músico llegó a la Ciudad
Luz en enero de 1971 junto a su mujer Pamela Courson, en busca de la
inspiración que tuvieron sus poetas preferidos, Arthur Rimbaud,
Antonin Artaud y Charles Baudelaire.