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Por Darío D’Atri |
Buenos Aires > Tanto en el gobierno
nacional como entre la mayoría de los gobernadores y en el
propio justicialismo bonaerense, terminó por reconocerse
ayer que detrás del debate sobre la coparticipación
el presidente Néstor Kirchner jugó una de sus mayores
ofensivas sobre el poder de su aún aliado Eduardo Duhalde.
La frenética ronda de reuniones cara a cara de las últimas
48 horas en la Casa Rosada con la gran mayoría de los gobernadores
buscó presionar por elevación sobre Duhalde a partir
de la figura de Felipe Solá, y en buena medida logró
su objetivo.
Tampoco se dejó de reconocer en fuentes cercanas al Presidente
que la jugada tuvo la mira puesta por adelantado en las elecciones
legislativas de 2005. «Minar para penetrar (la provincia de
Buenos Aires)», como dijo a este diario una fuente duhaldista,
es lo que escondió la movida en torno a la coparticipación.
Estrategia
No por casualidad recobraron fuerza en los últimos
días los intentos por comenzar a sentar bazas en territorio
bonaerense, con el propósito -sólo reconocido tras
bambalinas por alguna voz kirchnerista- de colocar allí como
cabeza de los candidatos a la senadora y primera dama Cristina Fernández.
Las pruebas: el frente kirchnerista lanzado por el dirigente piquetero
Luis D’Elía y el acto que organizaron dirigentes transversales
el fin de semana.
La operación parece haber tenido sus resultados. Después
que el Presidente consiguió respaldos más o menos
rotundos al proyecto de coparticipación de parte de los gobernadores,
su jefe de Gabinete, Alberto Fernández, señaló
a Solá como único responsable de un eventual fracaso
de la reforma de la distribución fiscal entre las provincias.
Salvavidas
Colocado ante la perspectiva de ser demonizado como «el
opositor» a Kirhcner, Solá, quien el martes había
recibido el respaldo de Duhalde a su posición sobre la coparticipación
(y ayer Carlos Menem le colocó el «salvavidas de plomo»
en el mismo tema), terminó por dar señales de retroceso.
El puente comenzó a ser tendido ayer por la vicegobernadora
Graciela Gianettasio.
Kirchner logró con esta movida presentar a un conjunto de
aliados, muchos de ellos hasta hace poco «enemigos»
de su gobierno, como José de la Sota y Jorge Obeid. Como
admitió un duhaldista, «logró romper la foto»
del grupo de San Vicente, aquella que reunió hace un mes
a Duhalde con el cordobés y el santafesino y los jefes legislativos
justicialistas.
Pero la operación desde la Rosada tuvo también una
consecuencia cuyos alcances aún están por verse. Sin
fuerza propia, ubicado en medio de la pelea Kirchner-Duhalde, Solá
terminó por ser desplazado hacia el lado de Duhalde.
Contragolpe
También resta ver cuál será el contragolpe
del duhaldismo, cuyo jefe, como ajedrecista que es, prefiere los
movimientos pensados y con la vista puesta más allá
del día a día. Aun cuando admitan que, en términos
políticos, con la batalla de la coparticipación quedarán
«partida» aquella foto de San Vicente.
Dicen en el entorno de Duhalde que Kirchner requerirá de
ellos en el Congreso y allí pueden hacerse pesar. Un indicio
lo dieron ayer con el fracaso de la sesión para tratar el
envío de tropas a Haití: no movieron un dedo los duhaldistas
para garantizar los dos tercios que habrían permitido el
debate sobre tablas.
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