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Durante tres meses, los
neuquinos trabajaron como extras 16 horas diarias. |
Neuquén > Las tres horas de película
parecieron ser una especie del ya clásico libro “Buscando
a Wally”. Ante cada extra, cada paneo, cada escena, la mirada
atenta en reconocerlos.
Es que, ante el estreno de la nueva mega producción norteamericana
“Troya”, la cuestión era saber si los tres chefs
neuquinos quedaron en alguna escena de la edición final de
la película dirigida por Wolfgang Petersen.
Adrián Basso, Mariano Kloeck y Lisandro Martínez formaron
parte, durante tres meses, de la filmación del largometraje
protagonizado por Brad Pitt, Eric Bana y Orlando Bloom.
Mariano hizo gran parte del tiempo de arquero y Adrián estuvo
un tiempo con los mirmidones (el grupo de guerreros que acompaña
a Aquiles).
“Salímos, ¿viste?”, expresa emocionado
Adrián. La cuestión es que se lo ve cuando Aquiles
(Brad Pitt) arrastra el cuerpo de Héctor (Eric Bana) hasta
su tienda luego de la pelea en las puertas de la muralla de Troya.
Allí aparece Adrián vestido como un auténtico
mirmidón.
Pero no fue todo. Una de las escenas claves de la película
es cuando Odysseus (Sean Bean) observa como alguien talla cuidadosamente
un caballito de madera. Es ahí cuando se le ocurre la idea
de entrar a Troya a través del caballo. “Ahí
aparece Lisandro comiendo pan”, asegura Adrián Basso.
Sin embargo, el vértigo de la película hace imposible
determinar si los neuquinos aparecieron en alguna otra parte de
la película.
“No sabía si mirar la película o dedicarme a
fijar la vista en los extras. Ya la quiero ir a ver de nuevo”,
cuenta Adrián. Igualmente, en cuanto se la pueda comprar,
llegará el momento de revisar cuadro por cuadro, para determinar
en cuántas escenas salieron finalmente.
Historia
Más allá de quedar o no en la edición
final de la película del alemán Wolfgang Petersen,
los neuquinos tuvieron la posibilidad de participar de una superproducción
del cine.
Los tres chefs neuquinos llegaron a ser extras de Troya gracias
a un casting que la producción realizaba en México.
A partir de allí, tuvieron un proceso de entrenamiento muy
exigente de varias semanas, en las que aprendieron a marchar como
los antiguos griegos y a utilizar el arco y flecha.
Tuvieron que soportar más de cuarenta grados de calor con
trajes de hule y correr por las dunas de la playa mexicana con toda
la indumentaria encima. Pero, según ellos, valió la
pena. “Yo no quiero laburar más de otra cosa”,
cuenta un poco en serio y un poco en broma Mariano Klocek.
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