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Año del Centenario de la Ciudad de Neuquén
Olascoaga fue el primero en
describir las bellezas de la región
 Por Por Elsa Bezerra (*)

El Teniente Coronel Manuel J. Olascoaga,(quien acompañó al Ejército Expedicionario al Desierto comandado por el entonces Ministro de Guerra, general Julio Argentino Roca) fue años más tarde el primer gobernador del territorio del Neuquén. Mano derecha de Roca, tuvo a su cargo la redacción del “Diario de la Expedición”, en su condición de jefe de la Secretaría del General. En esa documentación registró todos los detalles de los sucesos día a día, constituyendo este trabajo un valioso documento histórico-geográfico, ya que a través de su lectura se puede conocer al dedillo la topografía de la zona recorrida, las características del clima, del terreno, la flora, la hidrografía y los acontecimientos diarios producidos durante el avance de las tropas.

El diario de Olascoaga
A fin de conocer aquel episodio de la llegada de los expedicionarios a la Confluencia de los ríos Neuquén y Limay, nada es mejor que recurrir a lo que Olascoaga registró en su diario.
“...Junio 11. Hora 6, Diana. Buen tiempo. A las 8 marchamos con rumbo Noreste, llegando a nuestro último campamento frente a la Confluencia de los ríos Neuquén y Limay. El campo es muy ondulado y rico de leña y pasto, el valle es ancho entre el río y las barrancas del Norte... ’’.
“En esta altura el río está recortado hacia las barrancas del Sur. Éstas se ven muy cerca, presentando aparentemente una formación muy distinta de las del Norte. Se notan en ellas grandes manchas coloradas que abarcan extensiones considerables. Como estamos bastante cerca para apercibir que este tinte no es producido por vegetación pues se ve bien que no la hay en ella, sería muy curioso saber lo que representa. Pueden ser simplemente tierras coloradas, ocres, pero también es posible que sea óxido de hierro o descomposiciones provenientes de formaciones de azogue”.
“Hora 11.30 montamos a caballo, acompañando al general para ir a reconocer el paso del Neuquén que allí viene corriendo casi en línea recta de Norte a Sur, en un valle angosto que sus aguas ocupan casi por entero. Por nuestro lado no encontramos barrancas para llegar al río. Sólo hemos atravesando muchas y muy espesas arboledas. Siempre sauces. Contra la ribera opuesta se levanta una sierra de aspecto terroso que viene acompañando al río desde muy lejos, según parece, y se corta repentinamente a nuestro frente, en forma de promontorio”.
“El agua del río es clarísima y de un gusto exquisito. El lecho, de pura piedra chica y rodada. La corriente parece muy violenta y el canal visiblemente recostado al lado del cerro. A nuestra derecha hace el agua un gran desplayado que medirá unos 400 metros de orilla a orilla. Se ve que por allí debe ser el “paso”. El General manifestó el deseo de conocerlo y pronto uno de los soldados se preparó a pasar, pero no quisieron ser menos dos jefes, el comandante Ignacio Hamilton Fotheringham y el mayor Fábregas, que junto con el soldado se lanzaron al vado. El primero se dejó deslizar un poco a la izquierda, por cuya causa lo arrebató la corriente y tuvo que nadar un largo trecho, desmontando al lado de su caballo y teniendo que salir prendido de la tusa por un acantilado. El segundo sostuvo su dirección por la parte más ancha del río y salió con más facilidad seguido del soldado. Pronto lo vimos rodear la sierra por la izquierda y remontarla hasta su cima.
Esta sierra fue bautizada por aclamación con el nombre de Sierra Roca. En cuanto al paso nadie podía disputarle al comandante Fotheringham el darle su nombre, porque fue el primero en lanzarse al paso desconocido y quien corrió mayor riesgo.
Reconocido perfectamente el paso, la vuelta de los jefes y el soldado tuvo lugar sin ningún accidente...” (transcripción del diario de viaje).
Por otra parte, si tomamos como fuente el Libro “La vida de un soldado”de Fotheringham, al referirse a las mismas circunstancias expresa:“No era muy tentador el baño en esas aguas turbulentas que torrentosas se lanzaban por tan ancho lecho y un frío de diez o más grados bajo cero...”
El paso Fotheringham fue declarado lugar histórico por decreto 17.285 del 28 de diciembre de 1943. El monolito que se erigió en Neuquén en esa zona es el monumento que rememora la llegada del Ejército Expedicionario a Neuquén, y el cruce del río por Fotheringham.
Aunque la geografía de la zona ha sido transformada por obra del hombre, la descripción casi fotográfica de este excelente geógrafo, cartógrafo y perito nos permite imaginar el aspecto de la región en esos tiempos. Digo perito porque el Coronel Olascoaga fue perito en la cuestión de límites con Bolivia, cargo que se le asigna en 1894.
La Argentina ha tenido dos destacados Peritos en su historia y ambos han estado relacionados con la Historia de Neuquén, ambos conocían la geografía de estas tierras palmo a palmo: los Peritos Francisco P. Moreno y el Coronel Manuel J. Olascoaga.

(*) Profesora de Historia. Historiadora. Miembro de número de la Junta de Estudios Históricos del Neuquén.

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