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En forma sorpresiva, el gobierno municipal y el Sindicato de Choferes
de Taxis fumaron ayer la pipa de la paz. Para llegar a un acuerdo
sobre el proceso de entrega de las nuevas licencias, cada una de
las partes cedió en las posturas que habían mantenido
hasta el martes. Del lado del municipio y aunque el decreto del
concurso ya lo contemplaba, se aceptó explícitamente
que el gremio pueda ser veedor del proceso y tenga acceso a toda
la documentación de los concursantes. Como contrapartida,
el sindicato dejó de lado el reclamo para que se modifique
el puntaje que se otorga a los aspirantes que ofrecían un
automóvil 0km. para el servicio (30 puntos).
El acuerdo se firmó sobre el mediodía, después
de una reunión reservada que a primera hora mantuvo el secretario
general del gremio, Darío Lucca, y el subsecretario de Servicios
Públicos Concesionados, Fernando Palladino.
Aunque apenas 24 horas antes los dos habían cruzado durísimas
acusaciones, ayer aceptaron sentarse frente a frente pero sin dejar
las diferencias de lado. Ante los medios, Lucca aseguró que
había sido convocado por el municipio cuando los taxistas
se disponían a retomar los cortes de calles en el microcentro.
Sin embargo, Palladino lo desmintió y dijo que fue el gremio
quien pidió una audiencia al Ejecutivo.
Tregua
«El municipio no ha cambiado su postura. Lo que ocurrió
fue que el gremio se dio cuenta que no estábamos haciendo
nada en contra de los choferes», dijo el subsecretario, enfatizando
que el acta firmado «ratifica lo que establece el decreto
del concurso».
En realidad, el acta es más explícito que el decreto
076. Allí sólo se mencionaba que los interesados podrían
acceder al listado de postulantes. Ayer se dejó sentado que
la Dirección de Transporte pondrá a disposición
del gremio «y del público en general» el listado
y también la documentación presentada por los inscriptos.
Además, se dejó la puerta abierta para una prórroga
del plazo de impugnación en caso de ser necesaria.
Lucca abandonó la pirotecnia verbal y rescató la reanudación
del diálogo con el municipio. El gremialista negó
que con la protesta persiguiera el objetivo de posicionarse dentro
del MPN. «No hay ningún partido político detrás
del reclamo», dijo Lucca, remarcando que «lo único
que están buscando el sindicato y el municipio es mejorar
la calidad del servicio para los usuarios porque hoy está
completamente desbordado».
MÁS ALLÁ DE LA CRÓNICA
Un giro sorpresivo
El inesperado acuerdo alcanzado entre el municipio y los taxistas
dejó abiertos varios interrogantes. Aunque las dos partes
hicieron concesiones, fue la comuna quien pareció resignar
más, no por el hecho de aceptar que el sindicato sea veedor
del concurso -algo que, aunque no en forma expresa, ya estaba fijado
en el decreto reglamentario-, sino por el sorpresivo cambio en la
línea política definida para enfrentar el foco de
conflicto.
El reclamo del gremio liderado por el Darío Lucca ni siquiera
contaba con el contundente respaldo de los taxistas, llegando a
poner bajo la lupa su real representatividad. Prueba de ello fue
que la marcha del martes apenas logró reunir poco menos de
una decena de vehículos y una veintena de choferes que se
las ingeniaron para generar complicaciones en el tránsito
y obligar al municipio a suspender la atención al público.
Además, las durísimas críticas que el subsecretario
de Servicios Concesionados, Fernando Palladino, lanzó contra
Lucca -vinculándolo políticamente al MPN-, hacían
presagiar que la situación ya no tenía retorno. Pero
sorpresivamente ayer todo cambió. El intendente Horacio Quiroga
ordenó a su subsecretario recibir al gremio. La única
condición fue que no se realicen cortes de calles ni movilizaciones.
Reunión
Algunas versiones indican que los ecos del conflicto habrían
llegado a los despachos de Casa de Gobierno, cuando cerca de las
18.30 del martes Lucca estuvo en el despacho de un importante integrante
del Gabinete que mantiene un excelente diálogo con la comuna.
El motivo de la reunión era otro, pero la disputa por las
licencias también fue tema de conversación.
Ayer, el inicio de la reunión fue de alto voltaje. Para no
dar pasos en falso y prevenir dobles discursos, los funcionarios
municipales -con anuencia de los gremialistas- hasta grabaron y
filmaron el encuentro. Un claro signo de que la relación
está dominada por la desconfianza.
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