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INFORME ESPECIAL
Octavio Pico, donde se unen cuatro provincias
Por Diana Nieto
(enviada especial)

Octavio Pico > El paisaje gris de la estepa se trasmuta en verde y el asombro inicial del forastero crece a medida que se recorre el breve ejido de Octavio Pico. El poblado tiene apenas tres calles -una de ellas es avenida- y todas, como la gente que lo habita, comparten un apellido: Fernández.
Fue fundado el 15 de diciembre de 1973 durante la gestión de Felipe Sapag como gobernador. Debe su nombre al ingeniero que colocó en 1882 el mojón del meridiano 10 y sentó, con esa acción, el límite entre las provincias de Río Negro, La Pampa, Mendoza y Neuquén.
La traza de esa línea divisoria suscitó en reiteradas ocasiones el reclamo del gobierno rionegrino, cuyas autoridades solicitaron para sí estas tierras. Al considerar que Octavio Pico forma parte de Neuquén, es ésta provincia quien cobra las regalías por los yacimientos petroleros ubicados en sus alrededores.

Población
Desde el 9 de marzo de 1990 funciona en la localidad una comisión de fomento, primer eslabón de la cadena de gobierno municipal en la provincia. Atiende también a los pobladores del paraje Rincón Colorado y de los puestos ganaderos diseminados a 40 kilómetros.
En la actualidad viven dentro del área de influencia de la comisión de fomento 230 personas, 55 de ellas son niños que cursan la primaria en la escuela albergue 271.

Pionero
La institución educativa, corazón del pequeño poblado, fue creada en tierras donadas a tal fin por José Fernández, el primer poblador. Su creación mitigó el éxodo hacia las ciudades que contaban con educación primaria y permitió reflejar un crecimiento demográfico constante a lo largo de los censos. En 1980 las cifras oficiales de la dirección general de Estadísticas, Censos y Documentación indicaban que había 75 habitantes y una década después, llegaban a 102.
Don José fue el patriarca de los Fernández, el hombre que sembró su semilla en lo que sería más tarde el único pueblo patagónico fundado en un punto cuatripartito. Llegó aquí cuando no había nada salvo monte y agua roja del sedimento que arrastraba el río Colorado.
A pico y pala abrió un surco en la tierra que se transformó luego en un canal. Desde el río sacó el líquido que bañaría al campo y haría brotar pasturas y hortalizas para alimentar al ganado y mejorar la dieta de sus descendientes.
Tan buen resultado dio esa receta de trabajo que aún hoy, 70 años después de su llegada al meridiano 10, la gente sigue practicando la misma economía: producen 10 mil fardos de pasto por temporada y los venden a los crianceros del Noreste neuquino. Tienen huertas familiares para autoabastecerse pues ningún repartidos de frutas y verduras suele llegar hasta aquí.
Su nieto, Rubén Fernández, es el actual delegado normalizador de la comisión de fomento. Cree que el futuro del pueblo sigue estando en la tierra. Su meta es capacitar a los jóvenes en la producción hortícola para abastecer a Rincón de los Sauces y no tener que obligarlos, por la falta de oportunidades, a partir.

Producen forrajes

Octavio Pico > La comisión de fomento pone a disposición de los pobladores las maquinarias para emparejar las chacras y enfardar la alfalfa. Reparte, además, semillas para que hagan huertas familiares.
El apoyo a la labor agrícola ha dado excelentes resultados: arrancó en 1991 con la recolección de mil fardos de alfalfa y llegó esta temporada a 10.000.
Los chacareros pagan con el 30% de su producción el combustible y las posibles roturas de las herramientas.

Precisiones

El pueblo dista 186 kilómetros de Neuquén, 77 kms de Rincón de los Sauces, 60 kms de Catriel (Río Negro) y 200 kms de 25 de Mayo (La Pampa).

Está ubicado a poca distancia del Meridiano 10, que marca el límite entre La Pampa, Río Negro y Neuquén.

Limita al Norte con el río Colorado, división natural entre esta provincia y Mendoza. Por eso está en un punto cuatripartito.

A él se accede mediante un desvío en la Ruta Provincial Nº 6.

Tiene 230 habitantes, contando a los pobladores del paraje Rincón Colorado y los puestos vecinos.

55 niños cursan la primaria en la Escuela Albergue 271 y 7 jóvenes van al secundario en otras ciudades.

17 personas integran la planta permanente de la comisión y hay 22 beneficiarios de planes laborales.

El gobierno de la provincia envía 29.000 pesos por mes.

Hay un ingeniero agrónomo, cinco docentes, un policía y un agente sanitario.

Están en producción 785 hectáreas, 35 de ellas en Rincón Colorado y el resto en Octavio Pico.

Existe un teléfono semipúblico que funciona de 7 a 14 horas.

El servicio de agua potable se presta desde la comisión de fomento: para eso hay tres pozos filtrantes. También recolectan los residuos con un carro tirado por un tractor.

Juan Fernández y el orgullo de una estirpe

Octavio Pico > Junto a su esposa, Carlina Moyano, Juan Fernández habita en una vivienda ubicada sobre su propia avenida. A metros de su casa, residen varios de sus hijos. Al final de esa arteria está el acceso a la chacra que trabaja como aprendió de su padre: a fuerza de pala y sudor.
Aunque llegó siendo un niño a este valle, recuerda lo duro de los primeros días. El trabajo de sol a sol para desmontar el campo y abrir un canal de riego para poder cultivar.
«Mi padre, José, era español y llegó en un carguero a los 16 años. Conoció a mi mamá, en Mendoza, y se casaron. Estuvo un tiempo en La Pampa hasta que un día, en los años malos, decidió bandear el Colorado. Llegamos por allá -dice mientras señala un punto distante ubicado hacia el Oeste- y ahí hicimos un ranchito».
De esa primera construcción nada queda. Sólo permanecen intactos los lazos familiares.
«Llegamos a tener 10 mil cabezas. Cuando llegaron las empresas (petroleras, a trabajar en Rincón de los Sauces, aguas arriba de Octavio Pico) nos dejaron sin nada», recordó. Atribuyó esa situación al escaso cuidado que existía en aquella época para con el medioambiente.
Aunque trabajó durante cuatro años en la mina de carbón del cerro Auca Mahuida, decidió regresar pronto a su lugar en el mundo. Aquí formó su familia. Se casó con Carlina cuando ella tenía 15 años y él apenas llegaba a los 24. «Eran otras épocas», opina ahora, cuando se le pregunta la receta para cumplir tantos años de matrimonio.
Su mujer agrega que «antes, era distinto. Uno se casaba y era para siempre no más. Yo me casé chica. Me crié con mi suegra. Ella me atendió cuando tuve a los chicos, porque no había doctor ni partera. No me arrepiento de nada. La verdad es que la hemos pasado bien. Con esfuerzo y sacrificio, criamos a nuestros hijos. Pronto llegará el tiempo de que los nietos sigan trabajando este pedazo de tierra».
nietod@lmneuquen.com.ar

En la tierra está el trabajo genuino

Octavio Pico > Rubén Fernández, titular de la comisión de fomento, conoce lo frustrante que es querer progresar y tener que desistir por falta de recursos. Por eso, afirma que es preciso capacitar a los jóvenes que no pueden irse a otras localidades para cursar el secundario. ¿Cuál es su meta? Lograr que Octavio Pico crezca sobre la base sólida del empleo genuino en lugar de los planes laborales o el trabajo estatal.
El delegado normalizador planea hacer cursos de producción hortícola para, a la postre, abastecer la demanda de frutas y verduras que existe en Rincón de los Sauces.
La ciudad petrolera, distante 77 kilómetros, tiene una población superior a 15 mil habitantes. Se abastece desde Mendoza y Neuquén capital. Paga altos precios a causa del transporte. Debido a la cercanía entre ésta y esa localidad, el delegado normalizador piensa que estarían en condiciones de competir -al menos- con los productos extraprovinciales.
Para concretar este proyecto productivo, no hace falta nada más que voluntad: la comisión de fomento dispone de las maquinarias y el ingeniero para hacer la capacitación. Cuenta con una curadora, una sembradora de maíz y grano fino, una cisterna con capacidad para 500 litros de agua y tres tractores.

Sequía
Fernández admite que este año, en particular, resulta difícil brindar una respuesta desde el Estado a tanto reclamo de asistencia social. Aún así, aclara que se hace todo lo posible por atender las necesidades de la gente.
Este verano se sumó el pedido de ayuda de los crianceros que han visto morir a sus animales por la sequía y han perdido, por ende, la ganancia para comprar provisiones para el invierno.

Llegaron al casarse y se quedaron por siempre

Octavio Pico > Tanto Clementina Ríos como Olga Urrutia vivían aquí cuando esto ni siquiera se llamaba Octavio Pico y han sabido mantener vivos los recuerdos de sus maridos que son, en definitiva, parte de la historia de este pueblo.
Clementina tiene 73 años. Es pampeana y llegó aquí al casarse con Domingo Fernández. Tuvo cinco hijos, dos de los cuales viven todavía en Octavio Pico. Su casa está al lado de la escuela albergue y ahora que no hay clases es bastante silenciosa. El bullicio de los niños la alegra y forma parte de su cotidianeidas.
Asegura que la vida desde el día en que llegó ha cambiado mucho y atribuye -con evidente orgulloso- la paulatina transformación del pueblo al trabajo que ha hecho su hijo, Rubén, al frente de la comisión de fomento. Aún así, admite que lo que está haciendo falta para que realmente la localidad progrese es que los chicos que parten a estudiar vuelvan a radicarse definitivamente aquí.

Rincón Colorado
Olga tiene 64 años. Estuvo casada por años con Benito Ríos y vive con su descendencia en Rincón Colorado, el paraje que poblaron sus suegros a principios de 1900. «Mi marido siempre contaba que cuando vino la crezca (por la crecida) del ’14, les llevó todo. No les dejó nada», recuerda a quien le consulta sobre la historia familiar.
Ofrece, incluso, ir a recorrer la chacra que aún hoy mantiene en producción a fuerza de azada y lleva a conocer el viejo canal de riego que hizo su esposo en 1930. «Lo único que me importa es que me dejen el canal libre. No puedo dejar sin regar la mitad de la chacra. Tengo cuatro hectáreas y trabajo sola. Por ahí, de vez en cuando, pago peones. Pero, últimamente, no consigo a nadie porque no hay gente para trabajar», explica.

 

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