Faltan poco más de tres meses
para que culmine su gestión como intendente. Ricardo Sarandría
no puede evitar realizar un balance del tiempo que lleva frente
al municipio.
«Creo que una de las banderas de esta gestión fue el
avance que logramos en la participación de la ciudadanía
en decisiones inherentes al desarrollo urbano y a la planificación
a través del Desarrollo Sustentable para Roca, lo cual devino
en el foro de desarrollo local», señala Sarandría
destacando la importancia de la respuesta de los vecinos a la convocatoria.
Sin embargo, asegura tener asignaturas pendientes. «En especial
quedaron dos puntos muy importantes por hacer. En primer lugar,
la necesidad de trasladar el actual Parque Industrial de manera
de favorecer la radicación de industrias fuera del área
productiva. Además, quedó por completar la construcción
de la obra del anillo circulatorio, que hoy se encuentra ejecutada
en un 10 por ciento, teniendo en cuenta que en el medio de la crisis
económica de fines del 2001 hubo que paralizar los trabajos
debido al aumento de los costos», explica.
Por otra parte, su gestión no pudo eludir los vaivenes políticos.
«Sobre todo a partir del segundo año tuvimos que afrontar
una crisis política permanente con el gobierno provincial
que hizo que la comuna de General Roca fuera tratada en forma discriminatoria
con respecto a la colaboración de los organismos provinciales.
Hubiera sido muy positivo que las diferencias de criterio que existieron
en los últimos años entre mi gestión y el gobierno
provincial no hubieran obstaculizado el desarrollo de obras y trabajos
que en definitiva terminaron perjudicando a los vecinos»,
comentó el intendente.
“Lo que valoro y lo que lamento”
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Por Claudio Faivre Duboz (*) |
Lo que valoro de ti es que eres una ciudad a escala humana, agradable
de vivir, con una población servicial y amable. Una ciudad
en donde las relaciones de vecindario son fáciles de tejer.
Lo que lamento es que, a pesar de los intentos por hacer del canal
grande un punto de articulación, estes y sigas significativamente
cortada en dos. Entre norte y sur. No sólo por el mismo canal
grande, sino porque los habitantes de un lado y de otro nos miramos
con desprecio, como extraños, como de otro estirpe.
Lo que lamento también es que eres una población poco
comprometida y con poca articulación a nivel social. Esa
pasividad o aparente indiferencia se debe, en gran parte, a un fuerte
partidismo, caudillismo y clientelismo que rigen desde años
en tu seno.
Lo que valoro de tí es la bondad de tu tierra junto con el
empeño inteligente y la cordura de los que, desde ella, hicieron
de ti semejante y famoso vergel. Riqueza tuya de hoy y esperanza
de futuro.
Lo que lamento es que te has quedado un poco, te has encandilado
con lo que lograste, has contado más con el dinero que con
el trabajo y la solidaridad en el mismo, y que no has procurado,
en una visión de futuro, los medios para formar a tus hijos
en el sentido de estas bondades de tu tierra y del trabajo solidario
y creador.
Con lo que sueño es que tierra y gente sean consideradas
en tí como ligadas como en un pacto por la vida de la comunidad.
Que se respete la tierra generosa, que se respeten y se enseñe
a respetar las reglas y condiciones de su fecundidad para el bien
común de los que en tí viven.
Lo que valoro de ti es la corona de barrios que se construyeron
alrededor tuyo permitiendo al sector medio de tu población
de acceder a una vivienda digna. Lo que lamento es que, como lo
muestran las últimas y recientes ocupaciones de tierra, una
franja grande de tu población no puede alcanzar a construirse
una vida digna mediante el acceso al trabajo y al credito. Ni a
una vivienda digna mediante el acceso a la tierra y a modalidades
de construcción que integren sus potencialidades laborales
y de aprendizaje, su participación activa.
Sueño con que tierra y trabajo dejen de ser considerados
como mercancías. Sueño con que la tierra sea reconocida
como la Pachamama, la «madre tierra « que engendra y
cobija la vida que nadie fabricó. Madre tierra que, como
el aire y el agua, es un don sobre el que como propiedad, según
dice Juan Pablo Segundo, «grava una hipoteca social».
Sueño con que el trabajo también sea considerado como
vida: vida invertida y vida ganada, lograda, edficadora de las personas,
de la familia y de la comunidad. Lo más importante en la
vida... es la vida!
(*) Padre de la Pastoral Social
de la Diócesis del Alto Valle.
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