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Por MARIA ARGEL |
Se aproxima la hora de las definiciones en Río Negro. En
poco menos de un mes ya no habrá lugar para especulaciones
o presunciones de ocupar el primer lugar en las encuestas.
En estas últimas cuatro semanas los candidatos pisarán
el acelerador y visitarán una y otra vez las diferentes ciudades
de la provincia en su intento de convencer.
Los electores tienen un menú electoral bastante variado esta
vez. Pero, como ocurre habitualmente, es muy difícil diferenciar
un candidato de otro y en cada uno se ve un defecto insalvable.
Por eso, el desafío de este último tramo de campaña
será «ofrecer algo distinto» y ser convincente
a la hora de hablar de temas que están a flor de piel en
los votantes como son la seguridad, las ansias de trabajo y progreso,
la educación de los hijos o la tranquilidad de la cobertura
en salud.
Esta semana los candidatos se esmeraron en cada rincón de
la provincia en esbozar sus propuestas. Una de las más delicadas,
la de la seguridad, le valió a Carlos Soria ataques desde
el radicalismo.
Otros candidatos, como Julio Arriaga y Eduardo Rosso, se dedicaron
a proponer soluciones a problemas viejos, como la constante inseguridad
que viven los pobladores y trabajadores de la zona del Valle, en
la ruta 22. Desde el gobierno, Pablo Verani debió salir a
contestar el pedido de juicio político de la oposición,
que a juzgar por su reacción, no estaba en sus planes para
los días previos a las cruciales elecciones a gobernador.
Dicen que
sigue muy ofuscado con sus ministros y colaboradores. Creen que
está cansado y debiera retirarse de la política. Pero
las sombras de sospechas sobre su gestión no están
consideradas como el mejor broche de oro para un caudillo que se
resiste al ocaso. El gobernador Pablo Verani atraviesa por estos
días caminos escarpados que lo llevan a poner sus energías
en la agresión hacia sus oponenentes en vez de exaltar las
cualidades de quienes espera que sean sus sucesores en el gobierno.
Se lo vuelve a ver irritado y con el ceño fruncido cuando
sus adversarios le recuerdan que el asunto de las regalías
en 1996 fue mucho más que un «mal negocio».
Este inesperado
frente de tormenta le llegó cuando todavía no está
afianzado ni asegurado el triunfo de su partido. ¿Si lo hubiera
tenido en cuenta antes, qué fecha le hubiera puesto a las
elecciones?.
La intriga en torno a su eventual candidatura a intendente de Roca,
crece entre sus allegados. «Todo va a depender de cómo
resulten las elecciones del 31 de agosto. Si no le gustan los resultados,
seguramente se retirará», comenta un acérrimo
seguidor de «Pablo».
Los candidatos
Eduardo Rosso y Julio Arriaga asoman con propuestas muy parecidas
en esta campaña, tanto que estuvieron a punto de fusionarse
meses atrás. Uno y otro pregonan salir de las propuestas
tradicionales de gobierno, coinciden con Carlos Soria en el hartazgo
de 20 años de radicalismo, concuerdan en pedir el juicio
político a Verani y esta semana propusieron soluciones a
un mismo problema, el de la inseguridad en la ruta 22.
Pero Rosso tiene un objetivo diferente que es el de arrebatarle
a Soria el apoyo del presidente Néstor Kirchner. «Poner
una foto no es tener el apoyo», dijo hiriente esta semana
en su gira por la Zona Andina y en obvia alusión a la nueva
estrategia de campaña de Soria, de «pegarse»
aunque sea en fotos al presidente Kirchner.
Rosso cree
que todavía tiene mucho terreno para ganar en esta última
etapa de campaña. «Todavía no llegamos al tope,
estamos aún repuntando», sostuvo junto a su compañero
Ricardo Sarandría con quien recorrió Bariloche y El
Bolsón en los últimos días.
Como banderita de campaña, Rosso agita que sólo quiere
estar en el gobierno un solo período. No quiere «atarse»
al poder. Pero entre sus candidatos hay muchos que vienen ejerciendo
cargos, al menos desde la última década.
La seguridad,
ese bien tan preciado y tan escaso por estos días en cualquier
rincón del país, se lleva la mayoría de las
horas de discusión en la campaña política de
Río Negro.
Luego de esbozar sus propuestas que hablan de jerarquizar a la Policía,
hacerla más efectiva y eficiente, el candidato Carlos Soria
volvió a recibir cuestionamientos sobre su pasado por el
Congreso, en la Comisión investigadora del atentado a la
AMIA, y sobre todo, por su papel desde la Secretaría de Inteligencia.
«Soria no puede hablar de seguridad», le espetaron desde
el radicalismo, de donde lo siguen viendo como el rival más
peligroso y cercano en todas las encuestas.
En Bariloche, donde se respira por estos días el ingreso
de divisas genuinas con el turismo, el aliado del candidato Miguel
Saiz, Alberto Icare, quiere tener más seguridad. Le volvió
a pedir al gobernador Verani que le gestione patrullajes de Prefectura
y Gendarmería para las calles de la ciudad turística.
Esta semana movilizó al ministro de Gobierno, Esteban Rodrigo,
y para los próximos días espera al secretario de Seguridad,
en Bariloche. Más allá de su afán por «levantar
puntos» en su propósito de ser reelecto, es inteligente
la intención de «ciudar la gallina de los huevos de
oro», que es el turismo, una activad muy generosa para combatir
la falta de trabajo y los agobiantes años de crisis y recesión
que se arrastran.
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