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No soportó el remordimiento por haber
participado de un crimen y se ahorcó
Efectivos policiales de la Comisaría Cuarta participaron del procedimiento tras el suicidio del anciano.

CIPOLLETTI.- Acosado, al parecer, por los remordimientos, un septuagenario se suicidó ayer en su vivienda, ubicada en un barrio ribereño del río Neuquén. El anciano, que se ahorcó con un alambre, habría participado en el asesinato de Juan Zurita, quien desapareció hace algunos días y cuyo cuerpo todavía no ha sido encontrado. Detenida como posible partícipe de ese hecho se encuentra una prostituta, quien, según algunas fuentes, ya habría confesado el crimen. No se descartan otras detenciones.
El suicida fue identificado como Sandalio Villegas Silva, de 77 años y nacionalidad chilena, quien residía en la casa N°84 del barrio Labraña. Su drástica determinación fue confirmada ayer por la autopsia que se realizó al cadáver en la morgue de General Roca, trascendió.
Villegas Silva habría decidido quitarse la vida antes del mediodía de ayer, cuando, además de los remordimientos, ya se habría enterado de que la Policía estaba tras los rastros de Zurita, en las inmediaciones del barrio Labraña.
La ausencia de Zurita data del domingo 20 de julio, Día del Amigo, aunque el hecho fue denunciado por un compañero de trabajo, de nombre Alberto Poblete, el miércoles 23. A partir de entonces, la Policía inició una serie de averiguaciones entre conocidos del ausente, que permitieron tener algunas referencias.
También se efectuaron investigaciones entre las prostitutas de la ciudad, ya que una de ellas solía frecuentar la vivienda de Zurita, que ocupaba un par de piezas en la estación de servicios PDP, ubicada en la rotonda de rutas nacionales N°151 y N°22. El nombre de la mujer que solía visitarlo es Graciela, apodada «La Monona», y que ya tiene más de 40 años de edad. Ayer ya habría prestado declaración indagatoria, y habría reconocido su participación en el crimen, indicaron algunas fuentes.
Las investigaciones sobre el paradero de Zurita llevaron ayer a los pesquisas hasta la zona del río Neuquén, en las próximidades de Costa Sur. Para la búsqueda los efectivos contaron, incluso, con el auxilio de perros adiestrados de la Policía de Neuquén. Para entonces, ya había versiones de que el buscado podría haber sido arrojado al río.
Los efectivos llegaron, con los perros, hasta el propio barrio Labraña. Allí, quisieron entrar a la vivienda de Villegas, pero Graciela, que convivía con él, se rehusó a abrir porque dijo que no tenía llave. Se estima que, para esa hora (antes del mediodía), Villegas ya habría consumado su suicidio.
Poco después, familiares de Villegas ingresaron en su casa y lo encontraron muerto. Se había ahorcado. Alertada la Policía, su pareja fue detenida de inmediato y se secuestraron diversos objetos del lugar. Fuentes policiales indicaron que el anciano y la mujer habrían participado del presunto asesinato de Zurita, hecho que no se podrá confirmar hasta que el cadáver no aparezca.
Se sospecha que el 20 de julio, en horas de la noche, hubo una reunión de conocidos y amigos en la casa 84, en la que circuló el alcohol y no habría faltado también alguna disputa pasional. Ese fue el último día en que Zurita fue visto con vida. Luego, desapareció.

Lágrimas, casi una confesión

CIPOLLETTI.- «Villegas derramó sus últimas lágrimas en mi mostrador», manifestó ayer Doña Licha, como se conoce a una despensara que tiene su negocio a pocos metros de la vivienda de Sandalio Villegas, quien ayer se quitó la vida en la casa N°84 del barrio Labraña.
Villegas estuvo ayer, alrededor de las 9.30, en el local comercial, donde pidió fiadas algunas facturas. «Ando mal, Doña Licha», le dijo a la despensera y ahí no más se pudo a llorar. «Derramó sus últimas lágrimas en mi mostrador», expresó la mujer ayer a LA MAÑANA DEL SUR.
Doña Licha notó «muy conmovido y emocionado» a su cliente, quien solía pedirle fiado, sobre todo, cuando tenía algún trabajito. No era la situación actual, ya que el hombre, de oficio peón rural, estaba sin ocupación. «Si no le pago las facturas ahora, Dios se las pagará», le dijo, en tono enigmático y sombrío, de acuerdo a lo que iba a suceder. Un vecino del septuagenario, en tanto, indicó que éste solía ser «problemático» en el pasado, pero que en la actualidad estaba «bastante tranquilo». Sin embargo, fuentes policiales señalaron que en el vecindario Villegas era tenido por «pendenciero». Otro vecino precisó que el domingo 20, cuando desapareció Zurita, éste habría sido golpeado por Villegas, durante una pelea afuera de la casa N°84. Graciela, la alternadora, habría cubierto con una campera a Zurita, que yacía a la intemperie.
Los hijos de Villegas, por su parte, manifestaron ayer la necesidad de que se aclare bien si el deceso de su padre «fue un sucidio o un asesinato». Enfatizaron que su padre «era una persona tranquila», que vivía de su trabajo. Graciela del Carmen y Norma Villegas pidieron a la Policía que se esclarezca «realmente» el hecho.

 

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