MANILA.- Soldados filipinos
sublevados tenían en su poder a la embajadora de Australia
y a dos estadounidenses pero negaron estar protagonizando un golpe
de estado, a la vez que acusaron al gobierno de corrupción.
La presidenta Gloria Macapagal Arroyo ordenó ayer buscar
cerca de 70 oficiales de bajo rango y disidentes armados, tras días
de rumores sobre un posible golpe de Estado por soldados inconformes
con los salarios y el ritmo de las reformas internas.
Un soldado no identificado dijo que los amotinados, que parecían
estar colocando explosivos en un centro comercial de la capital,
Manila, acusaron al gobierno de Arroyo de corrupción y de
falsificar ataques con bombas para culpar de estos a musulmanes
o a grupos rebeldes comunistas. «No nos vamos. Nosotros somos
los buenos, no los malos», dijo a la radio local.
Oficiales del ejército filipino dijeron que los soldados
amotinados tenían a Ruth Pearce, embajadora de Australia
en Filipinas, y a cuatro miembros de la Policía Federal Australiana
en un edificio en el centro comercial Glorietta, en el centro de
la capital, Manila. El secretario de Defensa Angelo Reyes dijo después
que ellos también tenían dos estadounidenses.
El edificio Oakwood -escenario del suceso- alberga apartamentos
lujosos, oficinas y la sede de la cadena de televisión estadounidense
CNN en Manila. La torre se encuentra en un área de tiendas,
restaurantes y hoteles.
El jefe de las fuerzas armadas, Narciso Abaya, dijo a periodistas
que 20 oficiales del ejército y la marina y entre 40 y 50
soldados eran partícipes de «un aventurado ejercicio
de inconstitucionalidad» en algún lugar de Manila,
la capital de 10 millones de personas.
Arroyo, que debe expresar sus políticas en un discurso al
país mañana, dijo ayer que había escuchado
«las legítimas quejas» de algunos de estos jóvenes
oficiales pero que los soldados sublevados serán llevados
ante una corte marcial.
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