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Hace dos años,
el hombre defendió a su hijo del ataque de una patota
que lo acosaba. |
ZAPALA.- La Justicia de esta ciudad condenó
ayer a diez de años de cárcel un dirigente camionero
que hace dos años mató de un disparo a un miembro
de una patota que en varias oportunidades había agredido
a su familia, pese a que durante el juicio el fiscal Alejandro Cabral
pidió una leve pena en su contra por considerar que actuó
«bajo emoción violenta».
Se trata del transportista Juan Domingo «El Chavo» Arranz,
quien el 5 de noviembre de 2000 asesinó de un escopetazo
a Oscar Ramón Becerra, durante una reyerta barrial protagonizada
por él y su hijo, frente a un grupo de muchachos al que Arranz
denunció reiteradas veces por hechos de violencia y numerosos
robos de bebidas alcohólicas de sus camiones.
La Cámara Multifueros de Zapala lo condenó ayer a
10 años y 8 meses de prisión por el delito de «homicidio
simple agravado» por el empleo de un arma de fuego, aunque
el Tribunal consideró como atenuante «la emoción
violenta».
La condena aplicada por los jueces Enrique Modina, Oscar Rodeiro
y Víctor Hugo Martínez, conmocionó a la familia,
amigos y vecinos del camionero de 45 años que ayer se notificó
de la sentencia, junto a su defensor particular Rubén Bortolatto,
en una dependencia de los tribunales locales.
Después conocieron el fallo algunos miembros de la familia
Becerra y el periodismo que -de esa forma- no pudo abordar al dirigente
que preside en Zapala una cooperativa de transportes.
Los jueces también dispusieron la inmediata detención
de Arranz, pero el camionero seguirá en libertad mientras
no quede firme la sentencia que sería apelada por Bortolatto.
Este -tomado de los peritajes psicológicos y psiquiátricos-
había pedido la absolución de su defendido.
«En absoluto se puede afirmar (...) que Arranz haya actuado
en un arrebato súbito que originara la pérdida de
sus controles inhibitorios», fue una de las tantas frases
que utilizó Modina -avalado luego por sus pares- para derribar
el «homicidio atenuado por emoción violenta»
considerado en el alegato del fiscal Alejandro Cabral, quien pidió
una pena de 3 años de prisión en suspenso para Arranz.
Razón
a querella
Para Cabral el «miedo -al grupo de Becerra- provocó
la emoción violenta». Y remarcó que el hecho
«se desencadenó por la inactividad policial».
El camionero le disparó a Becerra, de 20 años, en
el pecho (alrededor de las 5 de la madrugada) con un pistolón
calibre 14 marca «Dos Leones», a menos de 5 metros de
distancia.
Lo mató frente a varios policías que además
presenciaron las escaramuzas y los insultos al igual que muchos
vecinos. Esta presunta parsimonia policial ya tiene su expediente
en la justicia, por ello los camaristas no hicieron lugar al pedido
que Cabral hizo al respecto.
El asesinato ocurrió en el Barrio 180 viviendas, en la calle
Laguna Blanca. Arranz reaccionó tras enterarse y comprobar
-por enésima vez- que le habían robado cajas de bebidas
y otros artículos de sus camiones. Además detectó
destrozos en el camión de su hijo Nicolás. Este intentó
defenderse con un palo esa noche, antes de que llegara su padre
al lugar donde lo encontró herido por un piedrazo.
Los testimonios dieron cuenta de la «lluvia de piedras»,
fuertes insultos y otras escaramuzas registradas con el «grupo
de los Becerra» antes del disparo fatal.
La querella, representada por Hugo Altamirano, consideró
que Arranz cometió un homicidio simple y solicitó
una pena de 12 años de prisión. El letrado alegó
que «hubo ira, rabia (...) y provocación hacia la familia
Becerra» por parte del camionero y Nicolás. Este intentó
defenderse con un garrote al ver que el grupo reaccionó mal,
luego de que le recriminara el robo de vino y cerveza y los destrozos
en uno de sus equipos.
Después del crímen, Arranz se entregó «tranquilo»
a la Policía diciendo que «lo tenían cansado»
-según consta en la causa- y estuvo un tiempo detenido. Su
familia (Arranz estaba separado) terminó abandonando el conflictivo
barrio.
En contra de justicia “por mano
propia”
ZAPALA.- Los jueces zapalinos sustentaron el fallo
condenatorio de Arranz en un escrito de 35 páginas, donde
no dejaron de aludir a la «justicia por mano propia»
tras concluir que el camioneró «no padeció ningún
trastorno de conciencia», después de desmenuzar y analizar
los informes de los peritos- psicológo y psiquiatra- que
fueron cruciales al momento de direccionar la dura sentencia para
el camionero.
El tribunal describió al complejo de las 180 viviendas, donde
Arranz mató a Becerra, como un «barrio problemático,
peligroso y propenso a ser victimizado por delitos contra la propiedad
y reyertas vecinales, como se demostró en el juicio y muchas
veces padecidos por la familia Arranz (...)».
En otro tramo, citaron que Arranz recordó que la «Policía
no hacía nada ante tanta inseguridad. Vemos que el hecho
no ha sido absurdo y arbitrario sino que ha apuntado a objetos identificados
y que han motivado un actuar violento, con bronca, con ánimo
de venganza, y quizás movido por la angustia y la indignación,
por parte de un hombre que se cansó de aquello y decidió
hacer justicia por mano propia».
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