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Eugene Ionesco. |
NEUQUEN.- Hace nueve años, un 28 de marzo
de 1994, falleció Eugene Ionesco. El escritor rumano fue
el máximo exponente del teatro del absurdo, creador indiscutido
de un género inspirado en la vida real, es decir, en el comportamiento
humano.
Pero, ¿qué es lo que tanto movilizó a este
autor para radicarse en este modelo para su obra?. Es lo que quizás
hoy sigue tan vigente como la existencia del hombre en el planeta.
Esos vericuetos complejos y sorprendentes del hombre que navega
entre la cordura y la locura sin espacios para la razón permanente.
Una de sus obras más difundidas entre los teatreros, es «La
cantante calva», una sátira que escribiera en 1948,
cuando contaba con 36 años, y donde exagera algunos aspectos
de la vida cotidiana para hacer hincapié en la falta de sentido
del personaje. En esa confusa manera de expresarse, nadie se entiende
y reina la incomunicación (¿como siempre?).
No puede faltar en la obra del absurdo, el miedo, el que forma parte
de ese desequilibrio natural que hace al hombre frágil y
perecedero. En «La lección», aparece en una historia
de un profesor asesino que liquida a sus alumnos, como se lee aún
hoy en las noticias policiales de algún lugar en el mundo.
Del amor también se ocupó, pero más en lo que
tiene que ver con la relación de dos que en el sentimiento
mismo, en la obra «Amadeo o cómo salir del paso»
(escrita en 1953), donde muestra al amor muerto entre ellos, como
un cadáver que los envuelve y condena.
Una buena experiencia es observar en cada uno de los días
con sus noches a muchos seres humanos, para detener la mirada en
aquel que se diferencia del resto porque se anima a sacudir la indiferencia,
el conformismo, la resignación de los pobladores de un pequeño
pueblito. Ese solitario ser, queda al margen del resto de los habitantes
que se transforman en rinocerontes.
Ese es el tema de la obra que escribió en 1959, y que es
una de las preferidas de la gente de teatro: «El rinoceronte».
«La sed y el hambre», escrita en 1964, habla de la insatisfacción
de un matrimonio y la búsqueda de la felicidad por parte
de él en otras relaciones, sin éxito. Algo de lo que
sabemos ocurre en muchos casos pero que los tiempos actualizan en
el género femenino para hacer el mismo intento.
Hay varias obras más de este prolífero autor, como
«El Rey se muere» y «Macbeth». También
hay más para decir de su vida, si se entiende que ella fue
producto de una crianza muy particular y un transcurrir con lucidez
por la vida.
Ionesco pasó su infancia en Francia y a los 13 años
volvió a Rumania, lo que explica de algún modo, esa
mezcla entre el humor y el pesimismo del que hacía gala en
sus obras y su vida personal, y que lo instalaron en el centro de
un movimiento que no pierde atractivo y adherentes.
Una vez más, se puede decir de este autor, lo que se acostumbra
decir de los que trascienden en el tiempo: de vivir hoy, volvería
a escribir lo que escribió, seguramente. (H.L.)
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