Un candidato «piojoso».
Fabián Pelliza, primer candidato a concejal por el radicalismo,
sorprendió con el look elegido para votar: vestía
una remera rojo furioso toda plagada de las pequeñas caritas
que distinguen a Los Piojos. «La uso todos los domingos»,
fue la excusa que puso, aunque poco después confesó:
«junto a los Redondos, son lo mejor del rock argentino».
Por si quedaba alguna duda, agregó: «espero algún
día poder sacarme una foto con el líder de Los Piojos».
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Siempre existen algunos ciudadanos que, como se dice vulgarmente,
viven «colgados de la palmera», por ejemplo, el hombre
de mediana edad que ayer a las 12.45 llegó como todos los
domingos con su changuito al supermercado Topsy que está
ubicado en el Alto de la ciudad. Como siempre, llevaba un par de
envases de bebidas espirituosas como para no quedarse sin algo para
pasar la noche del domingo. Como el dos de oro se le pusieron los
ojos a este neuquino cuando leyó el enorme cartel que rezaba
«por ley hoy no expendemos bebidas alcohólicas».
Obviamente, del supermercado se llevó de todo menos cerveza.
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Las promesas de activación económica que hicieron
los políticos en campaña fueron motivo de amarga reflexión
por parte de varios taxistas. Detenidos en una larga cola en una
parada del Parque Central, hablaban sobre lo poco que habían
trabajado durante el día a causa del megaoperativo que puso
en marcha el MPN y la decisión municipal de ofrecer colectivos
gratis para facilitar la movilidad de la gente a la hora de votar.
«Ellos prometen, prometen, pero la verdad es que a nosotros
nos embromaron porque en plenas elecciones nos achicaron la posibilidad
de trabajar con todo el operativo que armaron», decía
un taxista a cada uno de los escasos usuarios que hacían
uso de sus servicios. Otros, en cambio, optaron por tomarse el día
libre y con la excusa de que debían ir a votar directamente
no volvieron por la base.
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«Este sería el sueño de Indalo», comentaba
con un dejo de sorna un ocasional usuario del servicio de colectivos
que aprovechó el transporte gratuito dispuesto por la municipalidad
durante las elecciones para viajar junto con su familia hacia el
centro neuquino. El hombre, de profesión «changarín»
y con varios hijos, se mofó de la cantidad de «usuarios»
que tuvo ayer la empresa de colectivos al tiempo que aclaró
que «si no fuera gratis, ni nos subiríamos. Yo hago
changas -dijo- y mi mujer tiene el plan Jefas (de hogar), con cinco
pibes no podemos pagar el boleto del colectivo».
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Diversas postales registraron los fotógrafos en las
escuelas dispuestas para la elección. Desde mamás
que ingresaron al cuarto oscuro con sus bebés de pocos días,
hasta amantes de las mascotas que llevaron la suya a votar. Hubo
otros que prefirieron no involucrar a sus perros en la difícil
tarea de elegir a quién darle un voto y los dejaron afuera,
al cuidado de los fiscales o presidentes de mesa que entendiendo
la situación se ofrecieron solícitos a vigilarlos.
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De la misma manera que chicos muy chiquitos acompañaron
a sus padres a votar, hubo gente mayor que no quiso quedarse afuera
de los comicios, pese a que los mayores de 70 años no tenían
la obligación de votar. Ese fue el caso de un abuelo que
para poder sufragar tuvo que ser sostenido por un joven mientras
caminaba y ayudado por otro al momento de colocar su voto en la
urna.
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La cantidad de promotoras de los partidos mayoritarios que
estaba ubicada a escasos metros de las escuelas donde la gente concurría
a votar, fue objeto de quejas y cuestionamientos de parte de algunos
concejales quienes salieron por diversas radios advirtiendo que
no correspondería mantener abiertos esos locales. La crítica
fue tomada con sarcasmo por parte de algunos de los afiliados que
permanecían dentro de esas promotoras. «Si la envidia
fuera tiña...», murmuraban.
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El paisaje habitual de las tomas ilegales de terrenos ubicadas
en el oeste de la capital se alteró en forma significativa
ayer con el ir y venir de todo tipo de vehículos en busca
de votantes. Lo que no cambió en ese sector de la ciudad
fue la tierra que se levantaba cada vez que pasaba alguien por las
calles. A pesar de que el servicio de riego dispuesto por la municipalidad
funcionó con normalidad, el tráfico fue tal que el
riego duró muy poco. Se pudo ver incluso que algunos automovilistas
preguntaban dónde quedaba la escuela donde debían
votar y eran guiados por alguien que sistemáticamente respondía:
«Siga la tierra no más, seguro que es para allá».
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Padrones para consultar el sitio en que cada uno votaba no
faltaron. Si algo caracterizó a esta elección fue
la gran cantidad de centros de consulta que se instalaron prácticamente
en cada barrio de la ciudad. Afuera de una casa, a la sombra de
un árbol o dentro de la promotora de algún partido.
Cualquier lugar era válido para acercarse a preguntar. Es
más, si alguien se enteraba de que la escuela donde debía
votar estaba ubicada en la otra punta de Neuquén había
gente que se ofrecía a llevarlo. Claro que eran referentes
de los distintos partidos, ávidos de captar el interés
de los votantes y tener tiempo de explicarle en el camino cuál
era la propuesta de su candidato con el objetivo de obtener más
votos.
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Quizás por ansiedad o sentido común, no faltó
quien criticara la lentitud con que se iban conociendo los resultados
de la elección. Muchos especulaban con que los primeros datos
oficiales serían difundidos a las 19 y al no ocurrir así,
manifestaron su opinión. «Todo se hace a la vieja usanza»
o « es como enviar los datos en carreta» eran frases
repetidas en los cuarteles de distintos candidatos. El método
sigue siendo así: al tener contabilizados los votos, cada
presidente de mesa va a Correo Argentino y envía un telegrama
a la justicia electoral que recién entonces publica los resultados
oficiales. Una de las propuestas que comentaban en las promotoras
tendía a simplificar el trámite, mediante la presentación
en persona del titular de cada mesa ante la Justicia electoral.
«Lo podrían tener en cuenta para la próxima
elección», decían los impulsores de esta idea.
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